Andanzas. Vivencias. Poesía.

La Poesía: ¿Qué sería de nuestro mundo sin ella?

No podemos imaginar nuestras vidas sin música, sin arte y sin poesía, componentes esenciales de nuestra humanidad. Veamos qué nos dicen los poetas. Para Juan Gustavo Cobo Borda, “La poesía, hecha de tiempo y fabricada contra él, va más allá del lugar y la fecha en que fue compuesta.” Y luego añade, “en tiempos difíciles la poesía crece con mayor ímpetu”. Define que “la poesía es una realidad sonora, pujante, instrumento de captación de sueños, traumas y silencios. Construido con palabras, el poema es invención de una forma crítica del mundo, a la vez que hilo restaurador y posibilidad de diálogo”. Jaime Jaramillo Escobar afirma que “la poesía puede expresar un yo colectivo, devolviéndole el canto al pueblo, rescatando sus raíces. La poesía establece leyes en el corazón de los seres humanos. No es el gobierno”.

“Palabra esencial en el tiempo” ha dicho Antonio Machado respecto de su poesía. Esto aplica a toda la poesía, ya que en ella se eterniza el instante. De ahí su valor trascendente. Bécquer recalca en sus “Rimas” que “Siempre habrá poesía”, mientras existan en el mundo, el amor, la belleza, la naturaleza y el misterio. La tarea del poeta es desentrañar la poesía en su entorno y en su propio ser. Por otra parte, la poesía da voz y forma a la desazón del alma. Schopenhauer afirma que toda vida es esencialmente dolor. En “Lo fatal”, Rubén Darío resume la condición humana como “el dolor de ser vivo”, y en un ir y venir sin rumbo cierto, con la certeza de la muerte, para concluir: “Y no saber a dónde vamos ni de dónde venimos”. La poesía acuna en su seno el eterno “dolorido sentir”, y las humanas “gotas amargas”. La poesía, escrita por hombres y mujeres, es música verbal, magia, profecía, perplejidad, vínculo de unión a nivel profundo, celebración, retorno a los orígenes, exorcismo de demonios personales y fantasmas colectivos y descenso al fondo del ser.

Paul Valerie señala que la esencia de la poesía de Baudelaire radica en captar “los pequeños traumas o choques personales de cada día en tiempos modernos”. El estudio del trauma concede a la poesía su valor terapéutico. En la antología, “Voces en tiempos de guerra”, Andrew Himes concluye, “Si la historia de la literatura nos ha enseñado algo, es que, en medio del trauma, violencia y muerte, son los poetas quienes han logrado hallar sentido al sinsentido”. Sven Bikerto, a raíz del ataque aéreo a las torres en Nueva York, insiste, “El desastre llama la poesía a la acción.” Gregory Orr la define como “Poesía de sobrevivencia” o “Poesía lírica de transformación”. Agua herida (Bogotá, 2004) un libro de poesía bilingüe de Anabel Torres ofrece un encuentro poético con el trauma en su vida cotidiana donde el trauma se supera con la afirmación de su ser a través de la palabra. Gloria Nistal concibe la poesía como “un talismán, un bálsamo, un analgésico”. Y Basilio Rodríguez Cañada declara que “todo recibe vida y se humaniza por la poesía”.

María Mercedes Carranza, poeta colombiana, aplica el desengaño de Quevedo a su propia circunstancia y alza su voz contra el caos y el horror de la guerra, como necesidad de reemplazar las balas por las palabras. La poesía viene a ser arma para afirmar la vida. Su gran lema, “la Poesía tiene la palabra”. Desde la Casa de Poesía Silva, la poeta promovió la antología “Poemas para los Alzados en Almas” y el concurso “Descanse en Paz la Guerra” en el cual 6.972 colombinos enviaron treinta mil poemas, elocuente plebiscito contra la guerra. Su propia poesía dedicada a la patria lamenta: “En esta casa todos estamos enterrados vivos”.

La poesía abarca todos los ámbitos, ciudad, campo, naturaleza, mar y cielo, aún la nada inexorable, como también el halo místico: “La llama de amor viva” en su “Noche oscura” y “Solo Dios basta”. Laura Hernández declara el amor de la criatura a su Dios en su poemario Adviento:” Eres Tú quien / en mi corazón / no deja espacio para nadie más”. Han sido muchos los cantores y cantoras a la naturaleza como Andrés Bello, y la vida retirada al estilo de Fray Luis de León con sus lugares amenos. Modernamente abunda la poesía en defensa de la ecología, los derechos humanos, la infancia y la problemática racial. Las voces femeninas, herederas de Sor Juana Inés de la Cruz, ya volcanes en erupción, o colmadas de ternura poetizan lo existencial femenino, desafían los patrones atávicos y reclaman su espacio en las letras y la cultura.

Para Borges, la poesía es expresión de belleza y de realidades profundas que no se pueden expresar sino por medio de símbolos comunes a todos los seres humanos. Por esa razón, Borges sintetiza: “La poesía es música, rumor, símbolo”. Según Octavio Paz, “La poesía es revelación de la inocencia que alienta en cada hombre, en cada mujer y que todos podemos recobrar”.  Elaborando sobre Rimbaud, Paz insiste en que “la poesía es útil de muchas maneras, pero sobre todo es instrumento para observarnos a nosotros mismos y es allí donde surge la poesía y empieza la aventura emocional de la palabra”. Asimismo, Paz define: “La ciudad es el paisaje del hombre moderno y los poetas modernos escriben sobre el ciudadano solitario y anónimo. La ciudad representa dos polos de la existencia moderna, el momento de la colectividad y el momento de la soledad más profunda”.

Richard Anderson, poeta norteamericano, propone que “La poesía es la expresión más pura de nuestra humanidad, de nuestra conexión con el prójimo, con el mundo natural, nuestra tierra y el universo. Sea nuestra esperanza que a través del poema se llegue a preservar el mundo en su diversidad, en el presente abatido y sangrando por ideologías en conflicto, la deshumanización y la destrucción del planeta que habitamos” (Carrollton, Georgia).

Pero también la poesía es un canto a la dicha, a la belleza, al amor y al erotismo. Más que una poética, los poetas buscan una erótica. Cuerpo y poesía se igualan en el lenguaje del deseo. Así dice Darío Jaramillo: “Algún día te escribiré un poema que se limite a pasar los dedos por tu piel y convierta en palabras tu mirada”.  El poeta Carlos Vásquez-Zawadzki le dice a su amada: “Mi fantasía es el libro de tu cuerpo”.  Nery Santos es una voz femenina que canta al erotismo.

En mi propia poesía hago énfasis en el gozo de vivir y la belleza como imperativo. La poesía abre una ventana hacia mi mundo interior y un camino hacia un mundo más amable. Por treinta y cinco años como profesora universitaria enseñé la poesía en nuestra lengua española a estudiantes norteamericanos. Un gozo y un privilegio el darnos a conocer a través de las voces de nuestros poetas. Nunca olvidarán, “Caminante no hay camino”, “Y yo me iré y se quedarán los pájaros cantando", o “Poesía eres tú”, “Hombres necios” “Alfonsina y el mar” y muchos más.

Me despido diciendo que aquí en los Estados Unidos donde resido nos preparamos para la Fiesta de Acción de Gracias, una celebración del amor y unión familiar, semejante a nuestro Jueves Santo en Colombia. Sin embargo, en estos tiempos de guerras, ira y venganza, me uno a María Mercedes Carranza quien proclamaba: “Descanse en Paz la Guerra”. Y “La Poesía tiene la palabra”.

Hasta pronto.

Más en Opinión