Símbolos sin tiempo

Presumir de democracia

El exceso de decretos y de leyes acaba con nosotros. Hace unos años, cuando nació la Democracia en España, todo nos parecía democracia y en realidad todo era democracia. Ya se podía opinar. Ya se podía hablar de lo que a cada uno le diera la gana. Pero sabíamos o, al menos intuíamos, que la libertad debía de emplearse con prudencia. Habíamos aprendido a transigir, a temporizar con los pequeños inconvenientes cotidianos sin darles demasiada importancia. Lo políticamente correcto no existía. Aún no existía, porque no habían llegado los sabelotodo y sabiondos que ahora pretenden reeducarnos e imponernos pensamientos trasnochados que suelen ser mentira, aunque allí donde gobiernan no los ponen en práctica. ¿Es una ideología fraudulenta? Si es tan buena, que la apliquen allí donde gobiernan las extremas izquierdas ¿Se aplica en China o en Cuba? En China concretamente hasta el año 2001 la homosexualidad se consideraba enfermedad mental. Y el Che Guevara fue un homófobo. Odiaba a los homosexuales, los persiguió y los detuvo.

Luego vinieron con el lenguaje inclusivo, el que “dicen” que no es sexista, el de género neutro que aseguran que evita expresiones discriminatorias… Porque antes llamábamos a las cosas por su nombre. Si Pepe estaba cojo decíamos que estaba cojo y no pasaba nada y, además no se ofendía. Si Juan no veía decíamos que estaba ciego y ahora decimos casi todos que es invidente; menos Manuela, que no ha aprendido a decirlo y tiene un hermano que es ciego y dice que es “invicente”… Si Pedro tenía un trastorno genético, ese que llaman acondroplasia, decíamos que era enano. Porque no sabíamos decir acondroplasia y no se nos hubiese ocurrido que así se denominaba ese tipo de displasia esquelética. Algunos enanos que conozco trabajan o, mejor dicho, trabajaban en el espectáculo del Bombero Torero que ahora han prohibido las autoridades para que esos seres humanos de menor estatura no se sientan ofendidos cuando se ríen a carcajadas los espectadores. Pero ahora están jodidos de verdad, seguramente ya no dice casi nadie que son enanos, pero los han dejado sin trabajo. Los que trabajaban en el Bombero Torero están en la puta calle… Y si Victorino, que vivía en un pueblo que se llama El Ganso, era muy alto y corpulento, le llamaban “Vitorinón el del Ganso” y a aquel otro que se llamaba Manuel y era igual de alto le llamaban “Manolón el de Nistal”, que era su pueblo, y ni uno el otro se mosquearon nunca. En fin, que la vida era natural y nombrábamos las cosas con absoluta sencillez, sin resentimientos absurdos, sin suspicacias, sin irritaciones y, por supuesto, sin complejos. Al principio de la democracia, cuando gobernaron Adolfo Suárez, Calvo Sotelo, Felipe González y Aznar las cosas fueron más sencillas. O, al menos eso nos parecía. España tenía menos normas, muchas menos leyes, estaba mucho menos anquilosado y regulado; pero la propia democracia nos fue imponiendo condiciones y condicionantes que han creado nuevos escenarios difíciles de asumir y de entender. Dentro de poco, la Dirección General de Tráfico (D G T) podría imponer la prohibición de conducir con gafas de sol, por ejemplo. O si un iluminado le propone al presidente que, para votar su investidura, hay que hacer controles de alcoholemia por la calle para evitar que tomemos más de dos vinos ese día, también nos lo impondrán. No lo duden. Ahora nos parece absurdo, y yo que soy un demócrata de verdad, que creo en la alternancia de los gobiernos, en la lealtad y en el respeto ante el que no piensa como yo, y que cuando he coordinado actos culturales o de cualquier otro tipo, JAMÁS he tenido en cuenta la filiación política de los intervinientes. Creo que pueden ser íntimos amigos y grandes confidentes dos personas de tendencias políticas opuestas y que no pasa nada ni debería pasar. Creo que los políticos que actualmente nos gobiernan se exceden cuando elaboran tantas normas ridículas que nos confinan hacia un territorio pensado y creado a su imagen y semejanza.

Más en Opinión