Por José Belló

Un revisor del Intercity a Cartagena, indigno empleado de Renfe

Tren Intercity
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Viajo con mucha frecuencia, viajar me encanta, desde hace ya muchos años y fundamentalmente lo hago en tren, en nuestro país.

Guardo la mejor de las opiniones sobre los empleados de Renfe, e incluso con algunos de ellos mantengo, a través de los años, contacto postal y me consta que reciben puntualmente los resúmenes que envío de lo que me publican en Prensa cada semana.

Desafortunadamente el pasado día 11 del presente mes de julio, conocí a un garbanzo negro de este gremio, en forma de revisor, un cáncer en esta prestigiosa institución, que es necesario extirpar, desde ya.

Mi mujer y yo estábamos en Castellón de vacaciones, y el jueves día 11 citado, planificamos desplazarnos a Peñíscola, para pasar allí parte del día. Adquirimos nuestros billetes, de ida y vuelta- con la vuelta abierta- en la estación de ferrocarril de Castellón, de dónde salimos a los 9,20 minutos.

Para ir a Peñíscola es necesario llegar a la estación Benicarló-Peñíscola y desde allí efectuar un desplazamiento hacía Peñíscola, en autobús, taxi…etc.

Estuvimos pues, en Peñíscola, precioso lugar, muy recomendable como otras muchas ciudades españolas. Magnifica.

Mientras comíamos en Peñíscola, muy bien, por cierto, en el recinto del Castillo, me puse en contacto telefónico con Renfe, número de teléfono, 912 320 320, para informarnos de los horarios de trenes desde Benicarló-Peñíscola a Castellón. Elegimos el Intercity que pasa por Benicarló-Peñíscola a las 17,01 horas, con destino final Cartagena, y que tiene parada en Castellón, según lo comunicado, por la informante, amable y cordial.

Justamente allí en la estación Benicarló-Peñíscola, cuando llegó, con retraso de casi media hora, en la Vía número 1, el tren Intercity con destino ya citado a Cartagena, descendió al andén un individuo, grande, pero de ínfima categoría humana y profesional que resultó ser el revisor del tren.

De forma abyecta y desconsiderada, se dirigió a un grupo de personas, entre ellas mi mujer y yo, con evidentes malos modos y de forma harto grosera, para decir que ese tren no era el que debíamos coger sino el siguiente. Algo tan sencillo y trivial, se convirtió por mor del comportamiento tan despótico e ineducado en un grave incidente, más aún cuando a la vista de su comportamiento, más propio de un energúmeno que de un revisor de Renfe, le recriminé diciéndole que su actitud era indigna de su puesto de trabajo. Se dirigió a mi con gesto sumamente agresivo y brutal con el dedo índice de su mano derecha hacía mi pecho, que me vi obligado a retirar. Terrible y humillante situación que naturalmente no voy a pasar por alto, y que debo denunciar y denuncio desde este medio.

A nuestro regreso a Castellón presenté la correspondiente denuncia contra este sujeto en Atención al Cliente de la estación de ferrocarril.

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