La película ‘Tardes de soledad’ de Albert Serra se ha llevado la Concha de Oro en San Sebastián. Se trata de un documental alrededor de la figura del toreo peruano Roca Rey, radicalmente diferente de las lamentables ‘películas de toros’ que hasta ahora hemos padecido. El director narra sus vivencias taurinas en una entrevista en El Mundo donde cuenta como los taurinos de toda la vida no le consideraban y tuvo que participar en un congreso taurino en la Maestranza para ser aceptado. Tras escucharle, Víctor J. Vázquez escribió: «Metido en el papel de entendido, como si hubiera nacido en el mismo barrio de San Bernardo. Tal fue la euforia de Serra que esa noche se ventiló una botella de Miura y acabó vestido de luces dentro de un traje que había pertenecido a El Cordobés».
Hace algunos años me reunía periódicamente con un grupo de abonados de Las Ventas en el restaurante de uno de ellos. Ante mi sorpresa, un día les dio por cuestionar mi afición a los toros. ‘No tienes pinta de que te gusten’, afirmaron. Me imaginaba que se referían a que no bebía tanto como ellos, aunque no era manco, ni llevaba los complementos que ellos gastaban mostrando su acendrada españolidad. ‘Soy un aficionado como Bergamín’, me defendí, pero eso les irritó aún más porque le consideraban un rojo impresentable. No me quedó más remedio que ofrecerme a dar una conferencia en Las Ventas en uno de los ciclos que organizábamos. El resultado que obtuve no fue precisamente el mismo que el de Albert Serra en la Maestranza.
El tema que me impusieron fue que glosase la figura de José Tomás. Por no caer en el tópico hablé de aquella tarde en Las Ventas donde Tomás se dejó un toro vivo. En aquella ocasión yo estaba en la barrera del 10 (el tendido de los pijos, ellos iban al 8) y lo vi todo muy de cerca. Mezclé mis recuerdos, ver sufriendo en el callejón a Vicente Amigo, con la crónica de Joaquín Vidal de aquella corrida. No gustó nada, no era lo que ellos esperaban. Me quedé para siempre con el sambenito de ser un taurino heterodoxo.
