Eppur si muove

Sector secundario

El mes pasado se celebró la feria española más importante del sector de la máquina-herramienta y una de las más importantes de Europa: la BIEMH (Bienal Internacional de Máquina-Herramienta). Esta se dio lugar en Barakaldo, donde las principales empresas se reunieron vistiendo sus mejores galas para enseñar sus avances e intentar destacar del resto, formando así un gran escaparate tecnológico.

El 90% de las empresas del sector forman parte de la AFM (Advanced Manufacturing Technologies) que es la Asociación Española de Fabricantes de máquinas-herramienta, y José Pérez Berdud, presidente de la AFM Cluster, declaró un crecimiento en las ventas al exterior de nuestras empresas del 60% desde comienzos de esta década. Si bien esta la comenzamos inmersos en una pandemia, con todo lo que ello supuso negativamente, el cierre de facturación de este último año ha sido muy positivo con casi un 23% de crecimiento, superando los 2000 millones de euros en un año que fue de menos a más. A destacar los mercados estadounidense y mexicano, que vienen estableciendo récords.

Un 5% de la facturación es destinada a la Investigación, Desarrollo e Innovación (también conocido como I+D+I), ya que la máquina-herramienta es un eje central en la industria y, por lo tanto, clave en el mercado global. Y son estos recursos los que pueden ejercer de salvavidas a la hora de afrontar las tan temidas crisis.

Porque las crisis llegan tarde o temprano. Si tiramos de historia, y volviendo al territorio arriba comentado, la comarca del Gran Bilbao, especialmente la margen izquierda, es un lugar bien conocido industrialmente por dar a luz a la empresa, posiblemente, más importante del siglo XX en España. Y es que cuando en este país se vivía fundamentalmente del sector primario, la industria siderúrgica brotó cual cereal, uva o el tan preciado fruto del olivo, principales ingredientes en la economía de la época.

Gracias a empresas como Altos Hornos el país consiguió medirse de tú a tú con las naciones más potentes. Haciendo una comparación, los números que maneja el turismo hoy en día rondarían tan solo un tercio de lo que generaba el sector industrial en la época, ahí es nada. Esto suscitó la creencia de un posible boicot desde la Unión Europea por parte de países como Francia o Alemania, que no querían repartir tanta parte del pastel. Aunque más acertado parece culpar a la crisis petrolera a comienzos de la década de los 70. En 1973, el petróleo dejó tambaleando el sistema y provocó que poco a poco fuera perdiendo fuelle y, unido a las competencias surgidas en varios países orientales, desencadenó una subida en los precios y unas pérdidas económicas constantes para el Estado. El precio de la gasolina, al igual que el desempleo, no paraba de subir y España llegó a perder hasta un billón de las antiguas pesetas del PIB.

Pero no hay mal que cien años dure, y con esfuerzo, trabajo, y tras varias subidas y bajadas, el país se fue recuperando hasta situarse en una buena posición. Y aunque parezca que todo tiempo pasado fue mejor, España es el tercer productor y exportador de máquinas-herramienta de la Unión Europea y el noveno del mundo. No vamos tan mal.

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