La mirada del centinela

Vacaciones

Recuerdo aquellas vacaciones en Honolulu adonde nunca fui. Fueron unas horas oníricas de facundia mental que me llevaron a encontrarme con el entonces candidato a presidir los Estados Unidos de América, el señor Barak Obama. Su mujer, Michelle, le untaba una pátina de protector solar mientras el sol menguante de Hawái era un fanal de luz encima de las playas de Waikiki. 

El candidato Obama, con su eterna sonrisa de nadería y bienquerencia, me saludó al estilo borbónico, sacudiendo apenas su mano con la levedad de un recién nacido. No así su esposa, Michelle se acercó a mí con el paso decidido de un legionario y me estrechó la mano con firmeza. Luego de alabarme el gusto por mi bañador estampado con la bandera de su país, Michelle Obama confesó que en el futuro le gustaría ser la primera mujer presidenta de los Estados Unidos de América. Yo le animé, incluso rocé el atrevimiento al decirle que sería mejor presidenta que su marido. Ella sonrió al estilo del clan Obama y se alejó al encuentro de su esposo, que en ese momento chapoteaba a la orilla del Pacífico con un bañador amarillo que le traería mal fario en la escena política. 

En aquellos días ficticios por el archipiélago hawaiano no vi a Kamala Harris. Ahora que Biden está de vacaciones forzosas, Kamala tiene la complicada tarea de enfrentarse al hombre de la oreja rasgada. Tiene el apoyo de los Clinton, pero los Obama no la ven con buenos ojos y prefieren crear un proceso de elección. A mí, la Harris, me parece una señora simpática con una brillante hoja de servicios, además de haber sido fiscal general de California. No sé allí, pero por estos lares la judicatura está muy politizada. Aquí, el fiscal general del Estado, don Alvarone, es un hombre de paja a la sombra de Sánchez. 

La Harris no tendrá vacaciones, son meses cruciales para ella. Biden ya no será objeto de críticas, ha entregado la espada a su mano derecha, Kamala. Ya no le veremos tropezando por las escaleras de un avión; ni abismado en el vacío de espaldas a la concurrencia que le observa atónita; ni llamando Putin a Zelenski. Biden tampoco estaba en mis vacaciones soñadas. 

Tampoco apareció Trump en las playas de Waikiki. Imagino que irrumpirá en los sueños de otras personas en mitad de un tiroteo. Cientos de francotiradores intentarán volarle las orejas, para que no escuche a sus detractores. Porque los nuevos sondeos hablan de dos puntos de ventaja de Kamala sobre el candidato republicano. Biden ha hecho bien en retirarse, ahora los demócratas tienen opciones de victoria. Se trata de saber si la Harris tiene pólvora verdadera o su alternativa es solo un arma de fogueo. Mientras, disfruten de sus vacaciones, ya sea en Honolulu o en Torrevieja. Eso sí, aléjense de los francotiradores que se apostan en la orilla del mar, suelen tapar el sol.

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