El perfume del vino

El vino como obra de arte Wabi-Sabi. (Parte III) La enfermedad del desvelamiento del Ser en el vino

Hacia una filosofía práctica del vino.

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Hosanna el perfume del vino
photo_camera Hosanna el perfume del vino

Como es ya una costumbre, les invitamos a disfrutar de la escena "Monkey/Ape Learning Scene" de la película “2001: Una odisea del espacio" (1968), dirigida por Stanley Kubrick (1928-1999).

La escena del "despertar del simio" en la película “2001: Una odisea del espacio" del cineasta Stanley Kubrick es una de las más icónicas y simbólicas de la historia del cine. En ella, un grupo de homínidos prehistóricos descubre el uso de herramientas tras la aparición de un misterioso monolito. Este momento simboliza un hito crucial en la evolución humana: el descubrimiento de que un hueso puede ser utilizado como herramienta y arma marca el inicio del uso de la tecnología, un tema central en la película.

El gesto simbólico de utilizar el hueso como herramienta y luego verlo transformarse en una nave espacial en el corte cinematográfico —uno de los cortes más célebres en la historia del cine— simboliza un salto gigantesco en la evolución tecnológica y la expansión de la conciencia humana modelada por nuestros sentidos. Representa el tránsito hacia el Homo Videns y el Homo Ludens, un nuevo ser humano que no solo entiende lo que ve y para quien solo existe lo que mira y aquello con lo que juega, sino también representa el tránsito hacia el surgimiento del Homo Sentiens, aquel que busca entender el mundo a través de todo aquello con lo que siente.

Y sin embargo, si bien la escena del "despertar del simio" marca el inicio del uso de herramientas en la evolución tecnológica, el salto sensorial olfativo aún no se ha materializado en la sociedad postmoderna, ya que no existe todavía una herramienta comparable a la arrojada por los homínidos en la escena de la película.

Sin herramientas para una comprensión ontológica de lo olfatorio, el Dasein de la postmodernidad se aboca a una pobreza en su experiencia hedónica y a una distorsión e incomprensión de la propia existencia —el “Ser-ahí”—.

Es la enfermedad del desvelamiento del Ser, y en nuestro caso particular, del desvelamiento del Ser del vino. Una enfermedad que se manifiesta en un vino embriagado por una racionalidad distorsionada por medios interesados en mantenernos subsumidos en la lógica del consumo. La razón, esa "vieja engañadora" de Nietzsche, es a su vez engañada, convirtiendo su lenguaje en conceptos que falsean la realidad cambiante, en contraposición a la metáfora, vehículo de la verdad.

La lucha contra la distorsión racional del Ser en su desvelamiento se convierte en una búsqueda por restablecer el equilibrio entre la aspiración del Dasein y la autenticidad del Ser —tanto la propia como la del vino— en un mundo cada vez más dominado por la racionalidad instrumental del mercado.

La verdadera libertad reside en la capacidad de vivir de acuerdo con la verdad del Ser, en lugar de sucumbir a las ilusiones impuestas. La verdadera libertad reside en navegar entre el mundo de las apariencias y la profundidad de la propia existencia en la búsqueda del propio camino.

En el mundo enológico este estilo imperante que enferma el desvelamiento del ser se impone sutilmente, desde los medios de comunicación hasta las catas impartidas por profesionales y críticos, manipulando al consumidor diletante y epicúreo para que sus preferencias y decisiones de compra queden supeditadas a la opinión del mercado.

Es un juego de adoctrinamiento y seducción, con el objetivo de aleccionarlo con la idea de que su percepción carece de valor, que su narrativa es una simple apreciación subjetiva, confinada a su experiencia personal, desconectada de los cánones establecidos por los sacerdotes de la opinión.

Convencido de su incapacidad de crítica para hacer un aporte ontológico y de su falta de habilidades olfativas para evocar aromas aprisionados en el tiempo, el diletante amante del vino se convierte sutilmente en una presa del mercado, atrapado en las redes de una racionalidad distorsionada.

Al final, la enfermedad del desvelamiento del Ser distorsiona o reduce la dimensión ontológica, tanto de la experiencia eno-olfativa del Dasein enófilo como del propio Ser del vino. Un Ser del vino que, como símbolo de lo dionisíaco, aspira a trascender y desvelar las verdades profundas del “ahí” a través de los espacios íntimos y las experiencias sensoriales.

La enfermedad del desvelamiento, al detener este tránsito y ocultar estas verdades, merma tanto la autocomprensión ontológica del propio Dasein como la dimensión ontológica del vino, convirtiéndo a ambos en meras extensiones de las dinámicas del mercado.

A continuación se muestra un cuadro explicativo.

Cuadro explicativo hacia una filosofía del vino

Cuadro explicativo hacia una filosofía del vino

A la postre la superficialidad en la experiencia hedónica eno-olfativa empobrece la comprensión de la propia existencia del “Ser-ahí” —del Dasein aficionado al vino—.

Obsérvese la figura a continuación. La imagen “A” a la izquierda muestra cómo una parte del ser olfatorio usualmente permanece oculta a nuestra percepción (círculos negros). Sin embargo, en adición a este “no-desvelamiento”, también puede ocurrir una “distorsión” de lo que se desvela, resultado de una racionalidad influenciada por ciertos medios interesados en mantenernos inmersos en la lógica del consumo (círculos grises de diferente opacidad en la figura “B” a la derecha).

El ser de la dimensión olfativa del vino

El resultado es un "ser del vino" que, o bien permanece oculto o se distorsiona durante su desvelamiento olfativo por parte del consumidor (Dasein), perdiendo así su auténtico significado y dando lugar a lo que podría describirse como un "nihilismo selectivo" —una incomprensión selectiva— de ciertas dimensiones del Ser del vino.

Nos encontramos ante una "carencia de significancia" en términos de la relación entre el "Ser-ahí" —el consumidor— y el Ser olfatorio del vino —su dimensión ontológica—, una dimensión cuya razón de ser es la de contribuir a experiencia olfativa más profunda y trascendente. Nos encontramos ante un vino que somos incapaces de comprender. Es lo que podría denominarse “el vino incomprendido o malinterpretado".

Vaciar de su significado al Ser de la experiencia eno-olfativa incrementa el riesgo de manipulación y control social por parte de ciertos sectores interesados de la crítica de vinos que instrumentalizan tanto los valores y dimensión perceptual como conceptual del consumidor.

Se trata de una sutil manipulación de "la verdad del Ser del vino".

Por ejemplo, durante una sesión de cata, el experto puede afirmar sin argumentación que no es necesario discutir aromas específicos, ya que los aromas "son subjetivos”. Esta postura relega la experiencia olfativa objetiva al ámbito personal e íntimo. Esta actitud de minimizar las experiencias y opiniones del aficionado epicúreo socava una dimensión esencial del Ser del vino que es trascendente y enriquecedora: la comunicación y el diálogo con el Dasein (el consumidor).

Se hace pues necesaria una realfabetización olfativa como nueva herramienta para que el consumidor pueda ser activo en su proceso de aprendizaje y descubrimiento, desarrollando habilidades para interpretar críticamente su experiencia en lugar de ser un receptor pasivo de información.

De esta manera, podrá construir su propio ascenso fuera de la caverna de Platón, saliendo del mundo de las sombras hacia el mundo de la luz, de su propia luz.

Tal vez en el futuro cercano, al igual que el homínido de la película de Stanley Kubrick, podamos arrojar al espacio de la trascendencia un nuevo hueso, una nueva herramienta olfativa metafórica que nos permita disfrutar de un salto, un nuevo amanecer en la expansión de la conciencia del homo olfactorius.

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