Crónicas de nuestro tiempo

Afganistán

El último informe de UNICEF respecto de la infancia, denuncia la situación a la que se enfrentan diariamente los niños y niñas afganos.

En un país que ocupa el segundo puesto mundial en mortalidad materna y donde cada día llegan a morir hasta 900 menores de 5 años, la infancia se encuentra desprotegida frente a los ataques a las escuelas y las amenazas a sus propias vidas. 

En un Afganistán que no ve la luz tras la caída del opresivo régimen talibán, muchas familias se debaten entre su deseo de una vida mejor para sus hijos e hijas y el riesgo de que puedan perder la vida por ir a la escuela. “Lo mejor para mis hijos es estar vivos, aunque esto signifique que sean analfabetos”, afirma uno de los miles de padres. 

En Afganistán, ser niño significa no saber nunca, si de camino a la escuela, uno va a quedar atrapado en un tiroteo, o si va a ser el objetivo principal del ataque.

Con apenas 12 años, Zarmina vió como unos desconocidos que disparaban contra su hermana por el mero hecho de ir a la escuela. “Acababa de salir de la escuela con mi hermana, unas compañeras y una profesora. Primero dispararon a la profesora, y luego a mi hermana y su amiga. No sé lo que ocurrió después. Cuando llegué a casa, vi el cuerpo sin vida de mi hermana".

Ser niña e ir a la escuela en Afganistán, constituye el miedo permanente a ser asesinada.

En solo unos cuantos meses, se registraron 44 ataques contra escuelas. Estos son ataques contra las bases mismas de la sociedad, ya que están destinados a privar a una generación de su derecho a educarse. Los objetivos de las agresiones han sido las escuelas de niñas y, en algunos casos, las propias niñas yendo o volviendo.

Como resultado de esta violencia, los avances logrados con respecto a la educación de las niñas sufren demoras e incluso retrocesos. Cada vez menos chicas asisten a las escuelas secundarias y muchos niños y niñas se quedan en sus casas tras recibir durante la noche cartas anónimas amenazantes. El terror logra su objetivo y los niños y niñas se quedan en sus casas.

Estos ataques dificultan que se cierren las heridas tras el régimen talibán y la guerra, en un país que ha padecido décadas de conflicto. “La gente de la provincia de Lougar es valiente y fue capaz de luchar contra los rusos. Ahora lucharemos contra quienes están en contra de la educación. Son como alimañas. Ni siquiera un animal atacaría a una niña por ir a la escuela", afirma el tío de Zarmina, uno de los ancianos de la localidad.

Decidir entre arriesgar la vida por lograr una educación o permanecer en el analfabetismo, pero con vida es una decisión muy dura a la que se enfrentan diariamente muchas niñas y familias en Afganistán.

UNICEF ha rehabilitado en la escuela de Zarmina las clases que quedaron destruidas hace unos meses por un ataque con bomba. Este fue el ataque más grave que sufrió la escuela, porque hubo víctimas. Las familias de las 1.200 alumnas de la escuela reclaman guardias armados para proteger las vidas de sus hijas y hermanas, por lo que UNICEF apoya al gobierno local para que pueda reforzar la seguridad en el entorno de las escuelas.

Sin embargo las chicas siguen sintiéndose amenazadas por los talibanes: “Nos ordenaron que lleváramos vestidos largos y los llevamos. Nos ordenaron que lleváramos burkas y los llevamos. ¿Qué más quieren que hagamos?"

Afganistán, es uno más de los muchos países que bajo el régimen islámico, someten a los ciudadanos a una férrea dictadura, más animal que humana.

Solo las guerras religiosas, entre cristianos y musulmanes, han promovido más de cien millones de muertos; sólo comparable con los asesinatos de los comunistas sobre la ciudadanía.

Lo más repugnante de la crónica, es la actitud inerte de la ONU, simplemente porque Afganistán no posee suficiente riqueza de interés como para ser contemplada desde un plano más relevante.

Afganistán sigue siendo uno de los países menos desarrollados del mundo, ocupando el puesto 180 en el Índice de Desarrollo Humano. Su producto interno bruto (PIB) es de 81.000 millones de dólares en paridad de poder adquisitivo y de 20.100 millones de dólares en valores nominales.