Alcazaba

La luna del cazador

Hubo tiempos en que la única lumbre en las noches era la de la luna, hasta que se inventó el fuego, las velas, los quinqués, los faroles, las antorchas. Hasta inicios del siglo XX las ciudades del mundo se alumbraron con gas y con aceite de ballenas; del cetáceo se hacían también peinetas, utensilios de cocina, prendedores, amén de ser aprovechada su carne, libre de triquinosis, hasta que llegó la prohibición y los barcos balleneros con sus arpones quedaron petrificados en los museos del mundo, Nantucket, uno de ellos, escenario de la novela Moby Dick de Herman Melville.

La luna no obstante fue siempre un símbolo grande para los nativos de América, tanto como el sol, y la que veremos hoy, “casi un eclipse”, está consagrada al cazador, al Cherokee, al Dakota, al Black Feet, al Quillacinga y al Caribe, al Waunana y al Misak, al Siboney y al Huanajatabey, al Taíno y al Mixteca, en su misión de proveedores nocturnos a paso silente sobre la huella de los cerdos salvajes.

Algo de romántico va quedando en el mundo cuando se nombra de esta manera a la luna. Los faroleros que traían luz en las noches en las ciudades de Europa, desaparecieron, no así en Inglaterra donde todavía cinco varones de esta vieja estirpe se encargan de encender con gas algunas calles principales. Londres no es igual sin el “fog” aquella bruma que la recubre desde su nacimiento, y sin la luz tenue del gas sobre una calle. Quizá por ello el Beatle mayor, John Lennon, decidió vivir en un edificio gótico en Manhattan, donde encontró la muerte, el mismo que hasta el día de hoy está iluminado en su fachada por dos antorchas. Quien va por ahí desprevenido puede ver el fuego de estos hachones resguardando la puerta del poeta.

El mundo está ávido de romance, de sueño, y la luna de hoy, la tercera superluna del año, se verá a las 13.26 de la tarde (hora peninsular española) y tendrá su mayor plenitud cuando todavía el sol irradie su luz. En la noche será mucho más hermosa. El fenómeno empezó ayer con un 99% de iluminación, pero hoy jueves y mañana viernes estará en su máximo esplendor, siempre que las condiciones del clima puedan permitir mayor visibilidad. La razón por la que se verá más grande de los normal, tiene que ver con la cercanía del astro al perigeo, el lugar de órbita lunar que está más cercano a la Tierra.

Curiosamente, en este año, cuando se desataron con mayor intensidad los demonios de la guerra, tendremos en el cierre del próximo 15 de noviembre, cuatro superlunas. La primera fue el pasado 19 de agosto, la segunda el 18 de septiembre y la tercera ayer, hoy y mañana. La cuarta vendrá ad portas del fin de año en la mitad del mes próximo, -la Luna del Castor- con su carga cabalística que traerá la renovación del mundo; nuevo gobierno en los Estados Unidos de América y acaso un nuevo orden mundial declarado desde el Oriente Medio.   

Según Celia Pérez León, “el Sol, la Tierra y la Luna estarán tan bien alineados el día 17 de octubre que la sombra de la Tierra casi alcanzará a tocar la Luna. La Luna no se llegará a ensombrecer, con lo que no habrá eclipse”. Pero sí un efecto penumbral.

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