Crónica cultural por José Belló

Presentación del libro Aparece en anacrusa el deseo

La obra escrita por la reconocida escritora mexicana Beatriz Saavedra Gastélum
Juan Vadillo,  Maestro en la Facultad de Filosofía 
y letras en la Universidad Nacional Autónoma de 
México (UNAM); la autora, Beatriz Saavedra y 
Víctor Manuel Mendiola, Editor de la editorial El 
tucán de Virginia
photo_camera Juan Vadillo, Maestro en la Facultad de Filosofía y letras en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); la autora, Beatriz Saavedra y Víctor Manuel Mendiola, Editor de la editorial El tucán de Virginia

En la Librería Bonilla, ubicada en Miguel Ángel de Quevedo 477, colonia Romero de Terreros, en Coyoacán, Ciudad de México, se llevó a cabo la presentación del libro Aparece en anacrusa el deseo, de la destacada autora mexicana Beatriz Saavedra Gastélum. En el evento participaron, junto a la escritora, Juan Vadillo, docente en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y Víctor Manuel Mendiola, editor de la casa editorial El tucán de Virginia.

Beatriz Saavedra Gastélum: una amplia trayectoria poética

Saavedra cuenta con una sólida y prolífica carrera literaria. Ha publicado 25 libros de poesía, dos ensayos y ha coordinado ocho volúmenes que reúnen trabajos poéticos y ensayísticos. Su obra ha sido traducida a diversos idiomas y ha sido incluida en múltiples antologías y revistas, tanto en México como en el extranjero, donde ha recibido reconocimiento internacional.

Entre sus premios más recientes se encuentran el Premio a la Excelencia Cultural César Vallejo (2022), el Naji Naaman Literary Prize (2022), fue finalista del Prix Mallarmé en Francia (2023) y recibió el Premio Internacional de Literatura Alejandra Pizarnik en España (2024).

En 2024 también fue galardonada con el Premio Internazionale di Arte Letteraria Il Canto di Dafne, en Italia, por su obra Al espejo del tiempo, consolidando su lugar como una de las voces más profundas e intensas de la poesía contemporánea.

Este 2025, ha sido distinguida además con el Premio Internacional de Literatura Erótica Anaïs Nin.

La carrera de Beatriz Saavedra, marcada por su pasión, profundidad lírica y dominio del lenguaje, continúa abriendo nuevas rutas dentro de la poesía mexicana.

Sobre Aparece en anacrusa el deseo

Durante la presentación, Juan Vadillo, profesor en la UNAM, señaló: “La sonoridad de este libro, Aparece en anacrusa el deseo, se anticipa al pulso y a la métrica del poema. La anacrusa, tanto en música como en palabra, encierra el germen de lo poético: una o dos notas, unas pocas sílabas que preceden al ritmo y la cadencia. Antes de que se mida el verso, el deseo ya emerge, en anacrusa, como semilla que florece en el poema. Es un espacio sutil donde nace la poesía, justo antes de que el sueño se transforme en vigilia”.

El libro presentado
El libro presentado

Vadillo explicó que Beatriz Saavedra traza el deseo en ese umbral entre lo medido y lo desbordado, en el instante previo a que la palabra se vuelva cuerpo, imagen o sombra atravesada por la luz.

“En anacrusa, / el rumor de la piel penetra la penumbra / en la muralla del sueño / con la secuencia rítmica, / voraz.” Este fragmento que da título al libro sugiere que el deseo es un murmullo previo al compás, que la piel escucha antes de ser rozada. Como en Lorca, es un “rumor de rosa encerrada”; en Beatriz, el deseo es eco anticipado que enciende el ritmo de los cuerpos, la primera vibración que se sacia solo por un instante, para volver a surgir. “Ya entramos en el compás del poemario”, continuó Vadillo. “Se siente el ritmo: yámbico, trocaico, dactílico… el verso se llena de resonancias, respira en sus vocales abiertas, con silencios entre notas. Como ella misma escribe:
La respiración […] a fuerza de golpe / en la cadencia silenciosa del agua / a tempo / secreto / continuo, / vigoroso, / cerrado, / desploma al espacio / en el precipicio de notas acumuladas.

Vadillo destacó que la anacrusa es el instante anterior al estallido, al golpe de la ola.“A contra mar / sobre los litorales / acallo el fondo de agua quieta / deleitable.” “Aquí, no es la poeta quien acalla el mar, son sus versos los que se transforman en espuma”.

Para Luis Cernuda, el deseo era una pregunta sin respuesta. En el poemario de Beatriz, esa incógnita se materializa en la línea invisible del pentagrama, en el soplo previo al sonido“Vuelvo a la pregunta que resbala / en mis palabras / al acorde / sentencioso del primer ritmo / que muere al abrir los ojos.”

En estos versos, la luz nace con la palabra, en el inicio de todo, y se apaga con el silencio. La música del poema fluye como la marea, cíclica, perpetua, inagotable“El sentir atonal / con la música concreta / en la memoria / de la raíz raída momentánea.”

Aquí, cada palabra pesa y flota al mismo tiempo, se convierte en nota, raíz fugaz y eterna“¿Qué sonido es silencio? / ¿Qué pájaro es quieto?”

Beatriz plantea una poesía que indaga en las paradojas, donde el movimiento se oculta en la quietud, y el deseo aguarda en anacrusa, dispuesto a expandirse como perfume“Nombrarte no es memoria” es “tiempo de luz”, dice en otro verso, en donde la poesía ocurre a contratiempo, en esa nota suspendida que no llega, pero se presiente“¿Qué entrevé el destino? / en la cadencia que templa / su eco temprano en la memoria”

En este momento, la música es recuerdo, y la primera vibración del deseo ya es parte del pasado. Como decía Borges, la música es una forma enigmática del tiempo, y en el poemario, el deseo también se convierte en memoria sonora“Cubre el horizonte la brisa de la noche”, un verso que recuerda la suavidad lorquiana, como en su imagen de la higuera nocturna: la poesía se convierte en aroma, en viento que acaricia.

“La prosodia canta en Beatriz Saavedra,” añadió Vadillo. “El significado reside en el sonido, y la musicalidad **brota en forma de imágenes”. “De súbito, el sonido de la luz / se derrama en la piel insatisfecha”, versos del poema No hay silencio, en el que la sinestesia da cuerpo a la luz, al deseo que se disuelve suavemente“Última palabra / disuelta de la luz / filtra la memoria del tiempo.”
Aquí, el inicio y el final del poema se entrelazan. Como el Aleph, última palabra que contiene todas las demás, la luz final del verso recoge y transforma todo lo que ha sido dicho.

Vadillo comparó la intensidad de algunos pasajes con el simbolismo lorquiano del agua y la luna, citando el poema de Beatriz El retumbo del agua“El diestro tambor nocturno / que sigue el ritmo primordial / danza lunar entre mis aguas bravas.”

En el centro Beatriz Saavedra leyendo alguno de 
sus poemas
En el centro Beatriz Saavedra leyendo alguno de sus poemas

La imagen se bifurca: ¿es la luna ese tambor? ¿O es el ritmo un eco imaginario? En cualquier caso, el resultado es una metáfora del erotismo y la pulsión de vida y muerte, como en los versos de Escrivá“ven muerte tan escondida / que no te sienta venir / porque el placer de morir / no me vuelva a dar la vida.”

En el poema de Beatriz, como en el Romance sonámbulo, la luna y el agua dialogan eróticamente, evocando el misterio, la fertilidad, la muerte y el deseo.

Un poemario profundamente musical y sensual

Aparece en anacrusa el deseo retrata ese instante mínimo, previo al ritmo, donde el deseo germina. Es un libro que explora la sensualidad del lenguaje, la intimidad, el cuerpo, la memoria y el deseo, con una voz que dialoga con los grandes poemas de amor.

El título del libro es ya una anacrusa: anticipa, sugiere, evoca. En esta poesía, la palabra alcanza la plenitud de la música.