Empleo

España bate un nuevo récord de empleo público y enfrenta un mercado laboral polarizado y desajustado

Por primera vez en la historia, hay 440.000 empleados públicos más que autónomos en España. A pesar de los buenos datos globales de empleo, el mercado laboral presenta síntomas de precariedad, envejecimiento del tejido emprendedor y una sobrecualificación sin precedentes.

Empleo - mujer emprendedora - Foto 
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España ha alcanzado un nuevo hito en su estructura laboral: el número de empleados públicos ha superado en 440.000 al de trabajadores autónomos, marcando un punto de inflexión en la configuración del mercado de trabajo. Este dato, que ha provocado numerosas reacciones, revela una transformación profunda: el modelo laboral español parece estar desplazándose hacia una economía más dependiente del empleo estatal y de grandes corporaciones, en detrimento del emprendimiento individual y las pequeñas empresas.

Un tejido emprendedor en retroceso

Actualmente, España cuenta con 3.389.248 trabajadores autónomos, de los cuales una parte significativa tiene una edad avanzada: más de 90.000 tienen 64 años y 380.000 superan los 60. Además, desde 2019 se han perdido 50.000 autónomos empleadores, es decir, aquellos que generan empleo más allá de su propio sustento. Este dato refleja no solo un envejecimiento del colectivo, sino también una alarmante falta de relevo generacional y un entorno poco propicio para el emprendimiento.

Los expertos y analistas señalan que las trabas burocráticas, la presión fiscal y la inseguridad jurídica han contribuido a que muchos potenciales autónomos desistan. En este contexto, surgen voces críticas que denuncian un modelo que penaliza la iniciativa individual y premia la dependencia estructural, lo que podría derivar en un país “de funcionarios, subvenciones y precariedad”, como apuntan algunos testimonios difundidos en redes sociales.

Cifras positivas, pero con matices

Pese a este panorama, el mes de marzo de 2025 ha registrado la creación de 161.491 nuevos empleos, con una caída del paro de 13.311 personas, situando el número total de ocupados en 21,35 millones, el nivel más alto desde julio. Sin embargo, un análisis más profundo revela que gran parte del nuevo empleo generado es estacional, de baja cualificación y asociado a salarios mínimos, especialmente concentrado en sectores como la hostelería y el turismo.

Aunque la afiliación crece en todos los sectores, los contratos temporales y a tiempo parcial siguen teniendo un peso relevante. Del total de contratos registrados en marzo (1,16 millones), menos del 44% fueron indefinidos, y de estos, una parte corresponde a fijos-discontinuos, una fórmula que sigue generando controversia por su falta de estabilidad real.

Sobreeducación y desajuste de talento: la gran paradoja española

Uno de los problemas estructurales más graves que enfrenta el mercado laboral español es la alta tasa de sobrecualificación. Según los últimos datos de Eurostat, el 34% de los trabajadores en España ocupa un puesto inferior a su nivel educativo, lo que convierte al país en el líder europeo en este fenómeno, superando ampliamente la media comunitaria del 20,7%.

El problema afecta de forma transversal, aunque las mujeres sufren una ligera mayor proporción de sobrecualificación (35,8%) frente al 34% en hombres. Las causas no se deben tanto a la discriminación como a la dificultad para conciliar la vida laboral y familiar y a la desconexión entre el sistema educativo y las demandas del mercado.

El 75% de las empresas españolas admite no encontrar los perfiles que necesita, especialmente en sectores técnicos, digitales y de ingeniería. En contraste, las carreras de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales registran los mayores niveles de subempleo, mientras que las relacionadas con la salud, las ingenierías y las ciencias aplicadas presentan mejores niveles de ajuste laboral.

Una economía polarizada y en transición

España se encuentra en una encrucijada laboral: por un lado, los indicadores macroeconómicos celebran récords de empleo, descenso del paro y aumento de la afiliación femenina; por otro, persisten desequilibrios profundos en el mercado laboral, con un sistema que no logra canalizar adecuadamente el talento disponible, un modelo productivo anclado en el empleo público y la gran empresa, y un tejido autónomo que se debilita año tras año.

Mientras el Gobierno destaca los avances tras la reforma laboral, muchos profesionales y autónomos reclaman reformas estructurales que impulsen el emprendimiento, corrijan la sobrecualificación y reduzcan la precariedad, si se quiere construir un mercado laboral sólido, competitivo y sostenible en el largo plazo.