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Tres décadas del CGAC y Maruja Mallo en aquellos comienzos

Pilar_Corredoira
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Se cumplen por estas fechas, tres décadas de la apertura del Centro Galego de Arte Contemporáneo ( CGAC ). Y por tal motivo la institución conmemora por medio de su programación actual toda una larga etapa de afirmación y consolidación de un proyecto que tantas esperanzas despertó en su momento en el mundo del arte de Galicia. Por mi parte, quiero recordar pasado el tiempo mi implicación en aquellos  comienzos,  en los vertiginosos meses del año1993, días de preparativos de la exposición de Maruja Mallo, de la que era comisaria. Abierta el mismo día que el edificio diseñado por el arquitecto portugués Álvaro Siza Vieira, se trataba de una antología retrospectiva planteada con el objetivo de recuperar la entonces olvidada figura de la artista. Se mostraron reunidas por primera vez, en una histórica ocasión, alrededor de 130 piezas: pinturas, dibujos, grabados, bocetos para cerámica y fotografías. Todo un extenso conjunto pictórico y documental, que incluía apuntes, cuadernos de dibujos inéditos, catálogos de sus exposiciones, revistas, folios manuscritos y reseñas de prensa, procedentes de un archivo de la pintora guardado en un pequeño baúl, y encontrado por feliz casualidad en el domicilio de un familiar en aquel verano y cuyo contenido dio un nuevo sesgo a la exposición. Gracias al material aportado se pudo visionar aquella  documentación desconocida hasta entonces y para la que se dispuso la planta sótano  del edificio. Una de las grandes contribuciones  que ofreció la exposición fue  precisamente la novedad de ver reunidas por primera vez obras que estaban dispersas y por ello de difícil y costosa recuperación. Algunas de ellas, se encontraban en Argentina, Uruguay, EE.UU, Francia y por supuesto en diferentes ciudades españolas pertenecientes a colecciones particulares u oficiales. Con todo ello  se pudo configurar una parte necesaria de su trayectoria, desarrollada en gran parte en América, en el amplio periodo de un prolongado exilio. 

Algunas de las obras supusieron toda una sorpresa, destacamos: “Kermesse”, de las colecciones del Georges Pompidou de París, que había sido adquirida por el Gobierno Francés, en 1936 y actualmente depositada en el Musée Goya ( Castres, Francia); “Naturaleza viva”, propiedad del Museo de Artes Visuales de Montevideo; “Retrato de mujer” ( frente y perfil ) del Museo Provincial de Bellas Artes  Rosa Galisteo de Rodríguez. Santa Fé. ( Argentina ); y una completa representación de los fondos del Museo Reina Sofía, en parte procedentes de las compras realizadas por el Ministerio de Cultura entre los años 1983, y 1984 . “Estampa Postal de Lugo” y “Retrato”, del Museo Provincial de Lugo. “ El Mago”, ”Mensaje al mar”, ” La  Tierra”, ” La Sorpresa del Trigo”, “ Elementos para el deporte”, “El Espantapeces y  una parte  de la serie “Cloacas y campanarios”, de colecciones particulares. ” La Verbena  de Pascua”  y “ Cabeza de mujer“, denominada como “ Argentina“  fueron cedidas por coleccionistas americanos. Con anterioridad a la exposición del CGAC, existió la intención de poner en marcha un proyecto sobre la pintora, pero no llegó a buen puerto, aun a pesar de que desde diferentes sectores del mundo del arte se hacía visible ese deseo. Sin embargo, eran necesarios todo tipo de recursos, para acometer tal empresa  y grandes dosis de persistencia para que la idea se materializase y llegase hasta el objetivo final. En el proyecto de Galicia, las dificultades lograron vencerse y el apoyo a fondo de la Administración Autonómica fue determinante. 

La presencia de la artista, en exposiciones individuales, a partir de los años sesenta, al regreso de su larga etapa en América, no fue constante, aunque debemos destacar las  realizadas por las galerías, Mediterráneo, Ruiz Castillo y  Manolo Montenegro; constatada además su presencia en exposiciones colectivas: “El surrealismo en España“, en la galería Multitud, o “La Generación del 27“, en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid.  

Sin embargo, pasado un tiempo, y entrada la década de los noventa, esas referencias eran insuficientes  para satisfacer la necesidad de recuperación de su figura cuya existencia  se desarrolla entre dos continentes y sobre la que pesaba el obstáculo  de la distancia, la complejidad de una biografía en la que entra en juego el enigma; interrogantes propiciados por fragmentos de una trayectoria en la que la información veraz se desdibuja. Se comprende pues las vidas son complejas, no se pueden reducir  a un número aunque extenso  de páginas o imágenes. Podemos, además, suponer los impedimentos, los apuros y los escollos que la artista sorteó  para llevar adelante su carrera, su existencia, una supervivencia marcada por un inusual sentido de la independencia que determinó su historia personal y creativa.   

Sabemos con certeza  que su actividad fue variada y continuada, desde su llegada  a Buenos Aires, apoyada  en los primeros meses por las mujeres de la Asociación de Amigos del Arte y por Victoria Ocampo y su equipo de la Revista Sur. Como corresponde a una artista activa que además vive de su trabajo, adopta responsabilidades en otros campos creativos. En América su labor se extendió mas allá de la pintura. A partir del activismo político de los comienzos, son constantes otras tareas como la enseñanza o la decoración de interiores y en cuanto a su obra, esta se diversifica en otras técnicas; abordó la escenografía, el diseño de objetos, la cerámica y el muralismo; también, el dibujo ilustrativo para las editoriales Losada y Atlántida; en esta segunda empresa con el respaldo de Constancio Vigil, periodista y escritor uruguayo, propietario de la gran editorial argentina y próximo al peronismo, 

Y ese primer proyecto expositivo del CGAC, marcó unas pautas ambiciosas que incluían la colaboración y las relaciones con otros museos. En cuanto a la exposición de Maruja Mallo y después de tres meses de exhibición en el CGAC, se pudo mostrar en los espacios temporales del Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, con la inclusión de las dos míticas piezas, “La Cierva humana”, de frente y perfil,-- propiedad de Ernestina y Tito Lectoure quienes estuvieron en la inauguración, en aquella tarde del viernes  4 de marzo de 1994.  El momento estuvo marcado por la emoción de las personas de mayor edad  que habían conocido a la pintora personalmente. Allí se encontraba la diseñadora y antigua propietaria de Comte, Celina Araúz, viuda de Ricardo Pirovano, quien recordaba nítidamente los comienzos de Maruja Mallo en la empresa de decoración que habían fundado los hermanos Ignacio y Ricardo Pirovano; y además entre los asistentes estaba María Gracia Pelayo, amiga personal de la artista. Nos sorprendieron en aquellos días, los grandes titulares de los periódicos argentinos, La Nación y Clarín  recibiendo la exposición con atinados artículos firmados por Aldo Galli y  Rafael Squirru, en sus respectivos medios, celebrando una segunda llegada de Mallo a la capital bonaerense. Recordaban oportunamente  la calurosa bienvenida que décadas atrás le habían brindado ciertos sectores de la prensa argentina cuando la artista llega al puerto de Buenos Aires, el 9 de febrero de 1937, para iniciar una nueva vida. 

Pilar Corredoira  fue  comisaria  de las dos exposiciones de Maruja Mallo en el CGAC de Santiago de Compostela ( septiembre/ diciembre de de 1993 ) y en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires ( 4 al 30 de marzo de 1994 ).