La parálisis por el análisis

Andrés Montero J.
photo_camera Andrés Montero J.
El exponencial crecimiento en el número de funcionarios internacionales, nos ha llevado a un peligroso inmovilismo en la gestión de los gobiernos, en muchos países del mundo. En la ONU y en la Unión Europea trabajan más de 100 mil funcionarios que se ocupan de analizar, más jamás de ejecutar. Miles de “expertos” deambulan por el mundo diagnosticando lo ya tantas veces diagnosticado. A los concejales municipales se suman los parlamentarios regionales, nacionales y europeos. Los temas legislados se traslapan y lo regional se transforma en universal, pasando por encima de los problemas de cada región. Los ciudadanos ven paralizados sus proyectos por normativas exageradas e improcedentes, en muchos casos. La ONU y sus filiales se entrometen en todo y en todas partes, salvo en aquellos países en donde las dictaduras se auto protegen. Rusia, China, Corea del Norte, Cuba, Nicaragua y Venezuela, son algunos ejemplos de países en los que la ONU tiene nula influencia. Por su parte, Bruselas se ha ido transformando en la Roma antigua, en donde se legisla para lograr unificar criterios que permitan a Europa no perder influencia universal frente a China y los Estados Unidos. El eterno análisis de los problemas sociales es la panacea de los pseudo intelectuales, quienes nunca han generado empleo, no conocen la productividad y solo proclaman derechos y jamás deberes. Europa exporta a América Latina progresismo y laxitud, pretendiendo imponer legislaciones de primer mundo -muchas decadentes- en países menos desarrollados. No pretendo erradicar el análisis, pero este debe  existir en función del resultado y de la ejecución de las políticas públicas. En muchos países todo gira en torno a más impuestos y más derechos. De no cambiar esa tendencia Europa está en peligro, y de paso, aquellos países que la han tenido históricamente como modelo a seguir. Sin ejecución no hay crecimiento y desarrollo. El análisis perpetuo no ayuda a mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos y si alimenta a los burócratas insaciables. Quienes nos gobiernan y legislan deberían ensuciarse un poco mas las manos, hacer “más calle” y visitar lugares en donde se producen bienes y servicios. Menos oficinas y despachos y más mundo real.