La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha acudido esta tarde a la Nunciatura Apostólica en Madrid para rendir homenaje al Papa Francisco, fallecido recientemente.
En un emotivo gesto institucional, Ayuso ha querido expresar la gratitud del pueblo madrileño y dejar constancia de su afecto a través de un mensaje escrito en el libro de condolencias dispuesto en la sede diplomática del Vaticano en la capital.
“Quisiera emplear unas palabras del Papa Francisco para despedirle: La muerte no tiene la última palabra. El amor es más fuerte que la muerte. Y el amor permanece. En nombre del pueblo de Madrid, con nuestra mayor gratitud y afecto”, ha escrito la dirigente regional.
El mensaje recoge el legado espiritual del Santo Padre, conocido por su defensa de la justicia social, la paz y el cuidado de los más desfavorecidos. La presidenta madrileña ha querido destacar la huella que deja su pontificado, especialmente entre los creyentes de la región y del mundo.
La visita de Ayuso a la Nunciatura se enmarca dentro de los actos de condolencia que se están sucediendo a nivel mundial tras la muerte del Papa Francisco, una figura clave del siglo XXI en la Iglesia Católica y en el panorama internacional.
Legado del Papa Francisco
El Papa Francisco, primer pontífice latinoamericano y jesuita de la historia, marcó una etapa de profundas reformas e impulsó una renovada mirada sobre el papel de la Iglesia en el mundo contemporáneo. Su liderazgo ha estado definido por la defensa de la dignidad humana, la fraternidad entre pueblos y el diálogo interreligioso.
Madrid se suma al duelo mundial
Desde la Comunidad de Madrid se han mostrado numerosas muestras de cariño y respeto hacia la figura del Papa. Instituciones, representantes políticos y ciudadanos han compartido mensajes en recuerdo del Pontífice, subrayando su cercanía, humildad y compromiso con los más vulnerables.
Con su visita a la Nunciatura, Díaz Ayuso ha querido representar a todos los madrileños en este momento de recogimiento y tributo a una figura que, sin duda, deja un legado imborrable en la historia reciente de la Iglesia Católica.