Poéticas de la inteligencia

Alfonso Reyes y la conciencia poética: el sueño como revelación

Cesare Pavese afirmó: "No recordamos días, recordamos momentos", y Heidegger nos recuerda que "el hombre actúa como si fuera el formador y el maestro del lenguaje, mientras que el lenguaje sigue siendo el maestro del hombre". Estas dos ideas pueden iluminar la obra de Alfonso Reyes, un escritor cuya exploración poética no solo es un ejercicio de memoria y conciencia, sino también un testimonio de la relación entre el lenguaje, el sueño y la revelación.

Para Reyes, el hábito de la conciencia poética es el punto de encuentro entre la palabra y la idea, entre el pensamiento y el sentimiento, entre la vida y la razón. Su fascinación por la tradición griega lo llevó a entender la poesía como el origen de la existencia humana. En su visión, razón y esperanza no eran opuestos, sino complementarios, como se evidencia en la filosofía platónica. Reyes, en sintonía con María Zambrano, parecía comprender que en la Grecia clásica no existía una separación tajante entre el pensar y el sentir, entre la poesía y la razón, sino que ambos elementos coexistían en una armonía vital.

Uno de los aspectos más interesantes en la poética de Reyes es su concepción del sueño como espacio de revelación. No lo entendía como simple evasión o manifestación del inconsciente, sino como una vía de acceso al conocimiento y a la creación poética. Al igual que Heráclito veía en el sueño un lugar de individualidad absoluta, Reyes percibía en él una forma de vigilia, un estado intermedio donde el lenguaje y la imagen se iluminan mutuamente.

Esta visión está presente en su poema Pesadilla, donde el sueño no es solo un refugio, sino un escenario en el que el miedo y la memoria dialogan con la historia, con los muertos y con el tiempo. En estos versos, Reyes nos muestra un mundo donde los espíritus y los recuerdos se confunden, sugiriendo que el sueño es también una forma de verdad, una manera de reconstruir la experiencia humana a través de la imagen poética:

"Por esas casas que visito en sueños,
confusas galerías y salones,
escalinatas donde vaga el miedo
y ruedan las tinieblas en temblores…"

La misma experiencia se puede tener una y otra vez en el sueño de volver, las ideas se suceden en el tiempo de una manera vital y luminosa, siendo casi imposible la reconstrucción de restos del pensamiento sin tener en cuenta la energía a la que nos conduce, al deseo de regresar a ese sueño, a esa casas que visita en sueños, ya que no se concibe en la obra de Reyes el soñar como la simple divagación del inconsciente. Esta sensación, causante del discurso del encuentro con la  existencia en Reyes, se repite hasta provocar el deseo de un sueño eterno, que sea a la vez origen y consecuencia en un momento determinado.

Su poética es un constante viaje hacia el misterio del ser, un intento de reconciliar la cosmología vital con la poesía. Para él, escribir es trazar un camino que parte de la intuición y la emoción para desembocar en la luz del entendimiento.

Si Heidegger anunciaba que el lenguaje es el maestro del hombre, en Reyes encontramos una aplicación concreta de esta idea, podemos ver en él que la palabra poética no solo nombra la realidad, sino que la crea, la expande y la transforma. Como en Platón, en Reyes la poesía es una forma de conocer el mundo, un viaje que busca arrancarle a la existencia su verdad oculta.

Su escritura se mueve entre el rigor intelectual y la imaginación, entre la claridad y la ensoñación. Sus versos y ensayos reflejan una búsqueda incesante de sentido, una voluntad de trascender la experiencia cotidiana para alcanzar una dimensión más amplia, donde el pensamiento y la poesía se entrelazan en un resplandor que no se apaga.

En la obra de Alfonso Reyes, soñar no es simplemente cerrar los ojos y evadirse, sino abrir la mente y expandir la conciencia, es buscar en la profundidad del lenguaje aquellas chispas de verdad que iluminan el mundo y nos devuelven el aliento en la verdadera dimensión de lo vivido.