Crítica Literaria

Clásicos del Derecho público (II). Biblioteca básica para estudiosos y curiosos

Un libro de Francisco Sosa Wagner y Mercedes Fuertes.

“Clásicos” va camino de convertirse en un clásico. Culto, elegante, oceánico, este segundo volumen nos adentra en dos caminos que se bifurcan a partir de un tronco común. De un lado el acervo crítico sobre el siglo XIX español a través de sus estudiosos y, de otro, en línea con otros recientes estudios, aparece Hispanoamérica, siempre apegado el libro a la exposición de los cultivadores del Derecho Público, tanto constitucional (o político como tantas veces ha sucedido en la historia académica) como el administrativo.

Y sin sorpresa ninguna, el lector se adentrará pronto, por lo cautivador de la prosa de los autores, en la vida, obra, también milagros a veces, de importantes referencias, que permiten conocer por qué tiene importancia acercarse a estos eximios próceres – permítaseme el lenguaje decimonónico- que han ido conformando, silenciosamente a veces, con estrépito otras, nuestros saberes y conoceres sobre la teoría y práctica de lo que hoy constituye el Estado moderno y desde luego sus Administraciones.

Para conformar un trabajo tan espléndido y que obliga al leyente a permanecer atento durante horas al devenir de la historia contada a través de los académicos que la fueron haciendo, Sosa Wagner y Fuertes, trabajan de una forma muy meritoria y desde luego, ardua. Se trata nada menos que de facilitar al leedor de su obra tanto el preciso perfil de los diferentes profesores y académicos que hicieron posible en su momento la creación, a veces ex novo, de un Derecho que hoy nos convoca a todos, como de aportar una contenida pero muy ilustrativa colección de sus textos, que son seleccionados, debo decir, mediante una labor de investigación inmensa, gracias a la cual podemos, tras su lectura, tener cabal idea de lo que cada uno de ellos aportó, de los problemas que resolvieron, de cómo lo hicieron y, en fin, del trayecto que nos ha traído su sabiduría hasta nuestros días, palanca en que hoy podemos apoyarnos con una cierta altura a la hora de reflexionar, enseñar y aprender lo que el Derecho Público, constitucional y administrativo, enseña.

Quien tenga la fortuna de examinar este volumen, asimilará pronto, además gracias a un lenguaje ameno, directo, claro, quienes fueron quienes sentaron las bases del constitucionalismo y de las ideas fundamentales que hoy manejamos a la hora de enjuiciar, o simplemente de hablar, de lo que la Política mueve, lo que la Justicia alcanza y lo que los ciudadanos nos merecemos. No habrá autor relevante que escape a la mirada penetrante de los autores, quienes con paladar bien ajustado saben elegir y mostrar los más significativos hitos de la ilustración que tuvimos aquí y en la América hispana.

Porque para conocimiento de todos, una de las primeras aportaciones de este magnífico volumen, consiste en que comprobamos que las cuestiones, problemas, circunstancias que hoy nos merecen crítica y apasionamiento en todo lo que hace la Política en nuestro país, ya se encontraba, a veces de forma calcada, en el siglo XIX. Quizás la única diferencia es que nuestros políticos hoy, con las excepciones que se quieran citar pero que serán pocas, no gozaban de la cultura, patriotismo y responsabilidad que mana de la vida y obra de estos dignos antepasados. Cierto también que habría a su lado, tontorrones, fanfarrones y, casi siempre, el espadón militar que convulsionaban el quehacer público cotidiano. Seguro que fue así. Pero algo tendrán aquellos tiempos, que transcurren en la obra – parte española – que pudieron atraer a lo más granado y cultivado de la inteligencia, por diferencia acusada, sálvense de nuevo algunas excepciones, de lo que está sucediendo en nuestros días, aquí y ahora, donde el partido político de turno procura que el jefe no tenga sombra (y para lo cual, la colección de cromos que nos presentan los partidos políticos bien podría resumirse en un álbum de los espantos). Porque curiosamente, y salvo alguna muy concreta salvedad, nuestros académicos que forjaron las soluciones a las cuestiones que la Política presentaba, sí participaron directamente en el quehacer público. Y ello, en no pocas ocasiones, a costa de su vivencia personal, ya que el exilio – y a veces la condena – acompañaron a tan ilustres doctrinarios.

España se ve así como una Nación en efervescencia, pero creadora pese a la furia que imponía la historia, y donde, hay que insistir, un patriotismo entendido como amor a la tierra y sus gentes, predominaba sobre la terrible ferocidad que a veces acompañaba al desempeño de los cargos públicos. Por ello mismo, asombra, como bien relatan estos dos magníficos autores, que dedicaran tiempo, esfuerzo y trabajo, a sentar las bases de nuestro Derecho público.

En resumidas cuentas, Sosa Wagner y Fuertes, nos ofrecen en este esfuerzo espléndido una visión completa del siglo XIX, a través de sus fuentes, de los autores que hicieron posible la construcción, paulatina, con retrocesos, pero con determinación de avanzar, de un iuspublicismo gracias al cual podemos conocer bien las raíces de lo que hoy entendemos como Derecho público. Y gracias al cual podemos hoy madurar nuestra visión de lo que hacen, o no hacen, en el Legislativo, en el Gobierno y cómo el Estado de Derecho, tan arduamente construido, a veces con tantas lágrimas y sangre, es hoy merecedor de nuestra entrega y respeto, combatiendo cuando necesario, los brutales ataques que se le infiere. Y cursaremos con mayor fuerza y valentía, en el ejemplo que nos ofrecen en el libro, nuestra crítica y resistencia frente a la tiranía (de nuevo lenguaje decimonónico pero no tan alejado de algunas actuaciones presentes).

Gozará el lector pues de una obra bien hecha, de la cual no se desprenderá en cuanto comience su lectura, aprendiendo casi sin darse cuenta, lo que el siglo XIX ha supuesto para nuestros días. También experimentará el inmenso placer de una obra bien escrita, en la que se le ofrecerá, como buen resultado, ejemplos que imitar o al menos que inspirar la acción con la que debemos movernos y reflexionar. Así, temas recurrentes, como el, así llamado, poder municipal, la centralización o su antípoda, lo que supone nada menos que lograr que los jueces examinen al poder – el llamado contencioso administrativo- por cierto, siempre con examinado en la obra de nuestros doctrinarios con un respeto que está muy lejos de la grosería actual gubernamental y de bastantes parlamentarios. En fin, también lecciones sobre la moral en la política y el modo de conducirse en los negocios públicos, por ejemplo en la contratación de obras y servicios. En fin, merecerá al estudioso, al interesado, a la persona culta, acercarse a un libro que le mostrará en una clara narrativo de donde venimos en todo lo que hace a la cosa pública. Y como valor añadido, conocerá de primera mano a tales personajes, su ubicación y tiempo, también sus fracasos de los que supieron levantarse y elevar unas obras académicas impresionantes y cuyo resumen, como buen Digesto, hacen nuestros dos autores con sabiduría y concisión.

Y con agudeza, y haciendo un buen camino al andar en este trazado, dedican la parte final de la obra lo que Hispanoamérica ha aportado. Y aquí llegan sorpresas. Quizás, con las claras excepciones de los maestros actuales que bien conocemos de Venezuela (naturalmente exilados) de Argentina, de Méjico, en fin, de prácticamente toda la América hispana, a la que habrá que sumar pronto el estudio también de Brasil como futuro cometido, es cierto que los españoles hemos mirado siempre a Europa y recientemente a Estados Unidos (donde por cierto, desde este enero hay una verdadera debacle del Estado de Derecho). Pero no hemos atendido suficientemente a nuestros hermanos hispanos. Y con buen sentido, nos recuerdan Sosa Wagner y Fuertes, que merece la pena su estudio, como ellos hacen y muy bien, en este magnífico volumen. La tensión entre seguir los pasos de España o desprenderse de ella, está muy presente en el siglo XIX hispanoamericano y quizás de ahí mismo, tenemos que atender a la guía que nos ofrecen los autores de este libro para seguir con generosidad y fuerza lo que del otro lado del Atlántico también nos ofrecen y reforzar lazos nunca perdidos.