A volapié

Belarra, ¡viva la demagogia!

Recientemente Ione Belarra ha vuelto a desbarrar a costa de la inmigración optando por la más burda demagogia para defender una política irresponsable. Su estrategia de “cuanto peor, mejor” tiene como fin crear una subclase de inmigrantes pobres asistidos y subvencionados por el estado. Cuando les hayan otorgado el derecho de voto, esta subclase estará inevitablemente cautiva en favor de los partidos que defienden la barra libre para la inmigración ilegal.

Dijo que el problema no es la inmigración masiva ilegal, sino las grandes empresas como Endesa o Coca-Cola. Afirmó que los primeros crean riqueza y que los segundos la roban, aunque no ha dicho en base a qué evidencias sostiene esta afirmación, y no lo ha hecho porque no existen.

En vez de aportar datos objetivos que justifiquen sus afirmaciones, se lanza a hacer demagogia barata atacando a las empresas que sí crean riqueza y empleo. Vamos a analizar esta cuestión.

¿La inmigración ilegal masiva crea riqueza?

La inmigración es necesaria siempre que sea legal, controlada, y que se seleccione a los más idóneos. Esto es lo que hacen desde hace varios años los países avanzados como los nórdicos, o Australia, hartos ya de los daños causados por décadas de inmigración ilegal masiva. Buscan atraer inmigrantes que quieran trabajar, con alguna cualificación, dispuestos a formarse y a producir. Y los que no cumplen con esto, o bien no les dejan entrar, o bien son deportados.

Y no solo esto, tienen muy en cuenta el perfil cultural y religioso de los inmigrantes. Aquellos cuyo perfil les dificulte la integración son rechazados o deportados, como es el caso de muchos inmigrantes de origen musulmán. El islam, aunque no todas sus ramas son iguales, dificulta mucho la integración en sociedades de raíces cristianas, sin olvidar que, en caso de duda, entre el Corán y la ley del país de acogida, el inmigrante suele escoger el primero. En el caso español, conviene priorizar la inmigración de origen hispanoamericano, mucho más fácil de integrar y productiva por motivos obvios.

En los países escandinavos hay estadísticas oficiales acerca de la contribución neta de los inmigrantes según su origen. Los resultados son los que siguen:

  1. Los inmigrantes de origen europeo, norteamericano, o de Asia desarrollada, generan una contribución neta positiva porque son mucho más productivos y están mucho más formados
  2. La contribución neta de los inmigrantes de origen hispanoamericano es positiva aunque modesta
  3. La contribución neta de los inmigrantes no musulmanes de Asia subdesarrollada es neutra
  4. La contribución neta de los inmigrantes musulmanes, ya sean africanos o asiáticos, es negativa

No es cierto por lo tanto que la inmigración ilegal masiva genere riqueza neta positiva. No es solo el coste económico sino también los problemas que se derivan de los guetos, de la expansión del islam radical, y del incremento de la criminalidad. 

Además, en el largo plazo, conlleva un alto riesgo de disolución de nuestro modo de vida dado que el islam es teocrático y tienen muchos más hijos que los europeos. Durante la segunda mitad de este siglo, cuando su número sea suficientemente grande, probablemente el islam tratará de dominar nuestras sociedades y moldearlas según sus creencias. Aparecerán los partidos islamistas y tratarán de tomar el poder, o al menos influir en él de forma muy notable, con la inestimable colaboración de la izquierda. Para entonces el problema será irresoluble. La libertad y la menguante prosperidad serán cosas del pasado.

La inmigración legal es la única que puede hacer un aporte neto positivo a nuestra sociedad, y para esto ha de estar controlada cuantitativa y cualitativamente.  

¿Las empresas de capital extranjero roban riqueza?

Independientemente del origen de su capital, las empresas son las principales generadoras de riqueza y empleo sostenible. Sin sector privado estaríamos como en la Rusia soviética, la china de Mao, o como en Cuba y Venezuela. Es decir que el número de pobres pasaría del 20% actual logrado por el PSOE y PODEMOS al 80% o más, como sucede en la Venezuela que tanto apoya la ministra Belarra. Obviamente ella no estaría entre los pobres porque sería parte de la nomenklatura opresora.  

Vamos a repasar las cuentas consolidadas de 2023 de ENDESA, empresa controlada al 70% por ENEL (Italia). En dicho año el grupo generó riqueza por valor de 25.500 millones y dio empleo a 9.035 personas, de las cuales 90 son discapacitadas. Los sueldos y salarios pagados ascendieron a 719 millones, de donde se deduce que el sueldo mediano es bastante elevado. 40 millones se gastaron en planes de pensiones y 208 millones en cargas sociales en favor de la seguridad social. 

El resultado consolidado antes de impuestos alcanzó los 1.065 millones, de los cuales 303 los va a recibir Hacienda mediante el impuesto de sociedades. El beneficio neto es de por lo tanto unos modestos 762 millones, es decir una rentabilidad sobre el capital de menos del 10%, lo cual es poco. Aquí no hay beneficios extraordinarios caídos del cielo, solo en la imaginación de marxistas ignorantes y/o demagogos como Belarra. 

Hay que destacar que adicionalmente las administraciones públicas han recibido del grupo ENDESA otros 1.132 millones en concepto de tasas y tributos a cuenta del ejercicio 2023. A esto hay que sumarle otros 925 millones en derechos de emisión de CO2, cosa que no es más que otro impuesto más. En total el grupo ENDESA va a pagar a las administraciones públicas españolas la friolera de 2.568 millones con cargo a 2023. 

Los dividendos a pagar en 2024 con cargo al beneficio de 2023 suman 529 millones, de los cuales 370 irán a ENEL Italia. Es decir, que con cargo al ejercicio pasado, las administraciones públicas españolas van a recibir 6 veces más dinero que lo que va a recibir el accionista principal italiano. ¿Quién es aquí el ladrón?.  

En 2022 ENEL Italia cobró 1.174 millones, es decir, apenas el 42% de lo que recibieron las administraciones públicas por parte de ENDESA. 

A la vista de todo esto, podemos afirmar objetivamente que ENDESA y su accionista de control no roban riqueza, más bien al contrario la generan, no solo para sus accionistas, sino también para sus empleados, y sobre todo, para el estado, que es quien más se lleva. Repatriar beneficios en ningún caso se puede calificar de robo. Es lamentable como Belarra cae en la demagogia para seguir sosteniendo un mensaje anticapitalista fracasado y más propio de finales del siglo XIX. 

En conclusión, ni la inmigración ilegal masiva y sin control crea riqueza neta, ni las empresas de capital extranjero roban riqueza. Necesitamos inmigración, pero legal y controlada. Es imperativo también que los poderes públicos atraigan inversión extranjera en vez de maltratarla y desincentivarla. Podemos afirmar sin atisbo de duda que la ministra Belarra miente y que es una lamentable demagoga.