Desde el otro lado

Desaparición del nuncio en Haití

La República Dominicana y Haití comparten la isla de Santo Domingo. Cualquier suceso que ocurra en uno de los dos lados repercute en el otro. En una ocasión la máxima representación eclesiástica católica en el lado haitiano se esfumó sin nadie conocer su paradero.

El 7 de enero de 1990, en funciones protocolares, acudía a la oficina del vicecanciller dominicano Fabio Herrera Cabral con un diploma de condecoración para su firma. Al llegar las secretarias me pasaron sin anunciarme. Él estaba al teléfono, me hizo señas de qué me sentara delante del escritorio, pero me di cuenta de qué había una situación en progreso: la desaparición repentina del nuncio apostólico en Haití. 

Don Fabio conversaba con Francisco Aguirre, editor del Diario Las Américas de Miami, quien llamaba desde Washington, D.C. junto al cardenal Pio Laghi, un alto representante de la diplomacia vaticana, pidiendo ayuda para averiguar el paradero de monseñor Giuseppe Leanza, nuncio apostólico en Haití, de quien no se sabía nada después de un ataque a la Nunciatura. Don Fabio emprendió la tarea, conmigo como testigo de excepción. 

Me pasó un libro de récords lleno de teléfonos. Primero llamamos al embajador en Haití, José Del Carmen Acosta, quien quedó en investigar la situación. 

Luego me dio un número que solo decía periodista Haití, le marqué el teléfono y se lo pasé. Don Fabio le explicó la situación.  En 38 minutos el periodista llamó de vuelta informando que monseñor Leanza estaba en el cuartel de la Policía en Petionville, donde fue llevado para protegerlo y pasó el número de teléfono. 

El mismo don Fabio marca el teléfono y trata de hablarle a quien lo toma, entonces me lo pasa porque no entiende nada. Era un cabo de la policía haitiana que no entendía ni francés, ni inglés y menos español. Solo hablaba un creole muy rápido, poco entendible también para mí. 

Luego de un rato comprendió dos palabras: República Dominicana y monseñor Leanza. El repetía lo que le decía. El obispo que estaba cerca al escuchar su nombre fue y le quitó el teléfono, me habló y pasé la llamada a don Fabio. ¡Lo habíamos encontrado! 

El nuncio había salido huyendo de la Nunciatura después de que turbas partidarias de Jean-Bertrand Aristide atacaron la sede y lo agredieron. Escapó de casualidad, después de una golpiza, y lo encontró herido una patrulla policial haitiana en la salida de Mont Calvaire y lo llevaron al cuartel de Petionville para protegerlo. 

Don Fabio le comunicó a monseñor Leanza el motivo de la llamada y le dijo que en unos quince minutos se trataría de establecer comunicación con Washington, que estuviera atento porque lo llamaría de nuevo.

Me pregunta don Fabio: “¿Miguelito, a quien podemos llamar para que nos ayude a hacer una conexión de los dos sacerdotes al mismo tiempo?”. Yo tenía mis dudas de que eso se pudiera hacer. Pero   llamé al señor Celso Thompson, vicepresidente de la Compañía Dominicana de Teléfonos (Codetel), con quien me unía una amistad familiar, y cuando le explico toda la situación, por casualidad tenía en su oficina unos técnicos que estaban probando unas comunicaciones internacionales.

Thompson nos reveló que hacía algo más de un año que se había instalado la Estación Terrena para Comunicaciones por Satélite en Alameda, Santo Domingo (1998), que había dotado de mayor capacidad de expansión a las líneas internacionales de transmisión de datos a alta velocidad, conocida como lBS (International Business Services).

De inmediato ayudó a establecer una llamada conferencia: Santo Domingo-Petionville-Washington, siendo esta la primera vez que se realizó en Santo Domingo una conferencia telefónica. Algo muy sencillo en estos días.

Luego se dio instrucciones al embajador Acosta para que evacuara al nuncio y lo acompañara a Santo Domingo, donde estuvo un tiempo interno. 

Monseñor Guiseppe Leanza, luego de ese incidente en los inicios de su carrera vaticana, tuvo una activa vida diplomática: nuncio apostólico en Zambia, Bosnia-Herzegovina, Eslovenia, Macedonia, Bulgaria, Irlanda y la República Checa.

En el 2011 en Irlanda, Leanza tuvo problemas por el contenido del “Informe Cloyne sobre las acusaciones de abusos sexuales contra menores cometidos por sacerdotes en la diócesis de Cloyne”, siendo objeto de críticas del gobierno irlandés, porque supuestamente habría obstaculizado las investigaciones de la comisión que se encargó de redactar el informe. Santa Sede reconoció la gravedad de los abusos, pero rechazó que hubieran obstaculizado la investigación.

Monseñor Leanza murió recientemente en febrero de este año 2024, dejando un importante legado de las relaciones internacionales vaticanas en los últimos treinta años.