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¿Es el vino saludable?

En mi última etapa en la Administración (2007), estuve trabajando en la Agencia de Seguridad Alimentaria. Mi tarea consistía en evaluar la veracidad científica de los anuncios. Me enfrenté al caso de una Denominación de Origen que pretendía promocionar un vídeo en el cual cuatro hombres comían con una botella de vino y al terminar daban 0.0 en una prueba de alcoholemia. Les expliqué que las curvas cinéticas tenían en abcisas y ordenadas, tiempo y concentración respectivamente, lo cual significaba que en un tiempo T suficientemente largo la concentración de alcohol sería siempre 0.0. En resumen, debían indicar cuánto tiempo debería pasar para que la prueba diera 0.0. Quedaron sorprendidos.

Las Denominaciones de Origen del vino y los cerveceros, hacen esfuerzos para demostrar que sus productos son saludables, sin embargo cada vez se enfrentan a mayores limitaciones. El problema radica en el término ‘saludable’ cuyo significado es impreciso. Las virtudes del vino, que son muchas, van por otro lado, aunque son inseparables de los riesgos que deparan. Vaya aquí mi defensa del vino. 

Si la vida saludable consiste en tener un cargo público de baja responsabilidad en un Ayuntamiento, comer tofu, beber agua mineral y practicar la calistenia matutina, no cuenten conmigo, no quiero ser saludable. Mi ideal de vida consiste en la exaltación de la amistad y del amor romántico. No conozco otro método mejor para alcanzarlo que sentarse en una mesa con una buena botella de vino para que fluya la conversación y los sentimientos. Desde luego, cuando nos juntamos cuatro amigos, como en el anuncio, no bebemos una sola  botella de vino, y posiblemente si nos midieran la alcoholemia inmediatamente no creo que diéramos 0.0. La felicidad que procura esta situación es lo más saludable que conozco y basta tener una cierta responsabilidad sobre la propia salud para minorar los obvios riesgos. 

Un gran amigo está pasándolo mal por causa de un cáncer que le ha golpeado fuerte. Está en tratamiento con quimio y radioterapia. Unos amigos fueron a verle a su casa y compartieron con él una paella regada por un excelente vino. Me confesó que aquella comida fue más saludable para su espíritu que toda la física y la química con que la medicina trata de frenar el maldito tumor.