Sencillamente irresistibles

El film del parlamIento

Ya no se preocupa el Ser Supremo por salir en  la foto con sus amiguitos de Bildu, en la que todos aparecen a su vera, sonrientes y “coleguis”. Ni de la otra con los de Puigdemont, ni de las dañinas mentiras dichas y por decir, porque como maestro insuperable en tales lides, las relacionadas con ocultarlas bajo palabras rimbombantes para falsear la realidad y retorcerla y disfrazarla, le salen bordadas. TODO le vale y con todo traga  a cambio de seguir “Manipulando y mariposeando en la presidencia”. Es por mérito propio, la autoridad suma del ParlamIento es decir, quien más cambia de opinión, sin rubor y al vuelo, otra de sus debilidades maniaco viajeras, la de ¡volar!

Se vuelve loco por el Falcón que parece le ha crecido como las alas a una libélula, una obsesión perenne, un ingrediente de su “me luzco por el mundo con el mechoncito blanco”, una necesidad narcisista de reivindicar su ego desmedido. Vaya donde vaya, incluso a la vuelta de la esquina, el Falcón va con él y le ayuda a sentirse el ave Fénix de las alturas y de los tejemanejes. 

Su capacidad de interpretación es inmensa, demostrada en preciosos sainetes, por ejemplo: “Un deseo llamado Petanca”, “El Rey y yo” (mejor dicho, “Yo y el rey”)  “Viaje al centro de la pandemia“, “Desenterrados”, “Secretos Marroquíes”, “Cataluña, el planeta de los nimios”, “Zapatero a mis zapatos”, “Las cincuenta sombras de Yolanda” y la magníficamente sobreactuada de “El fugitivo” que nos tiene y mantiene indignados y boquiabiertos.

Así que  probadas sus inmensas dotes de guionista y excelentísimo actor, debería  dar el salto a la gran pantalla reeditando por ejemplo “La carga de los jinetes indios”, una película dirigida por Gordon Douglas en el año 53, muy al caso de lo que ocurre en nuestro entorno: Un grupo de valientes (interpretados ahora por el Ser Supremo y sus secuaces haciendo el indio), deben rescatar a unas mujeres blancas capturadas por los Cheyennes. En este caso, dejando aparcado el insoportable feminismo tendencioso que se gastan, deberán liberar a Carles en busca y captura por la justicia implacable del  juez Llarena, esa de la que es prófugo desde aquel mes de octubre de 2017 en el que huyó como un conejo a Bélgica, y amnistiarle junto con su casta, y colmarle además de mucha. mucha  pasta gansa (vuestra y mía y de todos los españoles), bendiciones y exenciones.

Ah, pero eso sí, desvinculando tal amnistía de su investidura, o sea, no tienen nada que ver la una con la otra, lo hace sencillamente para desbloquear la convivencia con los catalanes, que al parecer  son todos independentistas y no hay quien se los dispare.

 A él le ha sido revelado, (lo de que son gente bronca), gracias al pinganillo. ¡Ya les entiende! (le ha costado trabajo porque de lenguas solo habla ingles) y ha sacado sus desinteresadas conclusiones: No queda más remedio que amnistiarles y consentirles como a pequeños monstruos mal criados, para que no se hagan pipi en la cama presidencial.

Y no hay otra que aplaudir hasta el éxtasis al  Omnipotente en tan celebérrima creación, apasionante a niveles  que ya quisieran las series turcas.

¡Se ha superado!, siempre se supera por más imposible que parezca.

Por eso ya tiene un Óscar, aunque se apellide Puente.