El perfume del vino

Hacia una filosofía práctica del vino: Filosofía de la metáfora en el vino (Parte III)

La belleza de la imperfecta retirada de la metáfora del vino ante la finitud del ser: la filosofía WABI-SABI.

Como es costumbre, antes de comenzar, les invitamos a disfruar de la Sonata V (from Sonatas and Interludes) del compositor John Cage. 

John Cage (1912-1992) abrazó la idea de la aleatoriedad y la falta de control en su música. Su obra a menudo desafió las convenciones tradicionales de la composición musical. Aunque no compuso explícitamente en torno a la filosofía Wabi-sabi, su enfoque en la imperfección y la aceptación de lo que otros considerarían ruido podrían resonar con sus principios.

En este artículo plantearemos la relación entre la retirada de la metáfora, el desvelamiento del ser –incluido el ser del vino– y la filosofía Wabi-sabi.

El ser humano o ser-ahí (Dasein) es ser-en el-mundo (In-der-Welt-sein) desplegando su subjetividad en cuanto piensa o se ocupa de los demás entes o cosas en su mundo circundante.

Y el vino es uno de esos entes.

Una subjetividad que se revela a través de una unidad denominada tiempo y que está marcada no solo por la conciencia de la propia finitud del "ser-ahí”, porque el hombre es “ser para la muerte”, sino la de los demás entes o cosas, incluidas la de la metáfora del vino.

En este sentido el tiempo se entiende como una unidad compleja y diferenciada donde las múltiples remisiones del futuro, pasado y presente coexisten, se desvelan, y tienen lugar ante lo efímero.

Por ejemplo, la conciencia de la finitud –ya sea la propia o la ajena, transforma nuestra percepción del tiempo. Nos hace cuestionar la importancia de nuestros objetivos a largo plazo, a reconsiderar nuestras elecciones pasadas y a reevaluar nuestras prioridades en el presente.

En el caso del vino, a modo de ejemplo, la conciencia de su finitud nos abre a reflexionar sobre la nuestra propia, o la de las cosas en el mundo.

Por otro lado, la realidad de su efímera existencia nos recuerda la importancia de apreciar en un determinado momento unos aromas que únicamente se pueden disfrutar en el presente ya que tal vez desaparezcan a lo largo de su evolución en botella.

¿Y qué relación tiene la conciencia de lo efímero con la metáfora?

La imprecisión-retirada de la metáfora también desvela su finitud. En la entrega anterior se sugirió que al olfatear un vino la metáfora se aleja,… se vuelve imperfecta y finita abriendo la posibilidad al surgimiento de nuevos significados y a su vez de nuevas metáforas.

Y es en esas remisiones, ante la conciencia de la propia finitud del "ser-ahí”, que se redefine la conciencia de lo efímero de los demás entes en el mundo circundante del Dasein.

Y viceversa, la conciencia de lo efímero de "la cosa" abre al Dasein a la comprensión de su propia finitud.

Así, el Dasein y las cosas en el mundo (e.g., los aromas del vino) se significan mutuamente a partir de la manifestación-desvelamiento de sus respectivas finitudes, ocultas en el concepto de tiempo.

A continuación les presentamos una infografía que permite, al menos eso esperamos, facilitar la comprensión de estos conceptos tan densos.

Los Aromas del vino
Los Aromas del vino

Sin embargo este desvelamiento es incompleto porque del fenómeno «ser» es indisociable su no-aparecer. Y lo planteamos con la retirada de la metáfora.

Todo lo relacionado al ser humano nunca está completamente acabado o definido. El vino tampoco, ni sus aromas. Esta es la verdadera naturaleza de la existencia humana y del mundo que habitamos. Es el no-aparecer lo que nos fuerza a un constante flujo de experiencias y acontecimientos, a un movimiento o cambio constante que nunca podrá alcanzar una perfección estática. Es un movimiento abierto al devenir, abierto al arte.

Volvamos a la retirada de la metáfora y a la finitud del ser.

El Dasein es un ente cuyo ser es posibilidad. Posibilidad de ser de una manera o de otra ante un desvelamiento incompleto, imperfecto y finito del ser de los entes o cosas en su mundo circundante.

Y la metáfora, como uno de dichos entes, también se desvela como “no-aparecer”, como imperfecto desvelamiento al no presentarse totalmente descubierto.

De tal forma que el “no-aparecer” se constituye en principio ontológico de la retirada de la metáfora en el vino.

Al presentar la retirada de la metáfora como un “no-aparecer” estructuralmente encubierto se abren infinitas formas de desvelamiento y acercamiento ontológico al ser, tanto al Dasein como al ser de los entes del mundo.

La metáfora nos permite acercarnos al ser del vino, aunque de una manera incompleta. Y esto es debido a que, entre otros, la olfacción es un sentido sometido a fuentes de variabilidad difíciles de controlar. Una variabilidad a consecuencia de la interacción de los componentes en las mezclas de moléculas volátiles que interactúan de forma compleja con nuestros quimiorreceptores del olfato y del gusto.

Este tipo de interacciones puede originar fenómenos que han sido descritos, entre otros, como sinergismo, antagonismo, aditividad, sinergia en cascada o modulación perceptiva.

El resultado es el potencial despliegue de una amplia gama de sensaciones que van desde el desvelamiento, la potenciación o el enmascaramiento de las notas suscitadas individualmente por dichas moléculas volátiles hasta la emergencia de nuevas y complejas representaciones aromáticas que se presentan estructuralmente encubiertas (“no aparecer”).

Es un imperfecto desvelamiento marcado por otra incompletud, la del alejamiento de la metáfora que se manifiesta como “no aparecer” Un alejamiento que sin embargo marca un devenir en nuestra experiencia.

De tal manera que nos encontramos ante una de las dimensiones ontológicas del vino como fuente de su belleza, la de la filosofía Wabi-sabi. Una filosofía que desvela el sentido del vino al asumir la sintonía con la propia autenticidad, con la finitud y la contingencia del ser-ahí.

Una contingencia entendida como las infinitas posibilidades de desvelamiento imperfecto de la totalidad, la cual permite una apertura al devenir y al fluir del tiempo. 

Una contingencia que abre al desvelamiento del vino como obra de arte.

¡Continuará!