A Volapié

El gris, el color de la juventud, Parte II

En la parte primera de este artículo mencioné algunas de las causas mediante las cuales podemos explicar el porqué del estancamiento y declive de España así como del gris futuro que le espera a nuestra juventud si no se cambia el rumbo de la política.

En esta segunda parte voy a terminar comentando brevemente otras causas que a mi juicio tienen un serio impacto en el presente y futuro de nuestro país.

La primera es el estancamiento de la productividad, factor clave que explica en gran medida la mediocridad de los sueldos en España. 

La segunda causa son las pensiones y el sistema de reparto en el que se basan.  

A) La productividad: desde hace muchos años la productividad está estancada sin que los políticos le hayan prestado la debida atención. La realidad es que sin crecimiento de esta variable no puede haber mejores remuneraciones. 

Las empresas más grandes pagan mucho más que las pequeñas y esto es debido a que su productividad es mayor que la de las PYMES. Como los empleados producen más pueden pagarles más, y lo hacen. Si no lo hicieran, otros lo harían para llevarse a unos empleados bien formados y muy productivos. 

La mala noticia es que las grandes empresas son muy pocas. La parte del león en el empleo se la llevan las PYMES y los autónomos. Las PYMES no pagan poco porque los empresarios sean malvados explotadores como creen los de PODEMOS o SUMAR, sino porque su productividad es baja. Como consecuencia de esto, su rentabilidad y su flujo de caja también lo son. Por lo tanto la mayoría de los que trabajan en estas empresas están condenados a unos sueldos bajos o medios en el mejor de los casos. Esto es lo que explica en gran medida por qué los jóvenes trabajadores cobran poco y llegan mal a fin de mes. El otro factor ya mencionado anteriormente es el exceso de presión fiscal que soportan.

Hay que preguntarse entonces cómo podemos aumentar la productividad. Algunas de las palancas sobre las que hay que actuar son la mano de obra, la dimensión humana del trabajo, el coste de las materias primas, la energía, la inversión.

- El factor mano de obra (MO) está relacionado con lo comentado en la parte I de este artículo acerca de la calidad y adecuación de la formación, pero también con los costes y la regulación de la contratación y el despido. Tenemos un mercado de MO demasiado rígido y regulado cuyos costes y formalidades de contratación y despido son excesivos. Esto puede proteger a los que están dentro pero condena al paro a muchos de los que están fuera del mercado. Y no solo eso, desincentiva la contratación y la inversión, lastra la competitividad y por lo tanto la creación de empleo. Aquí se impone una desregulación sensata. La política actual es un sistema ideal para generar un elevado desempleo crónico.

El tema de la dimensión humana del trabajo y su organización es un tema complejo y vasto y no tengo espacio para tratarlo hoy. A volapié diré que tiene que ver con la optimización de los procesos, la gestión y motivación de los recursos humanos, la automatización y digitalización etc. No quiero dejar de comentar que en mi modesta opinión conviene involucrar al trabajador en el éxito económico de la empresa mediante la vinculación de parte de su remuneración a los resultados y a la rentabilidad obtenida. Hay que motivar adecuadamente a los trabajadores no solo con una adecuada remuneración fija y variable, sino también con el llamado salario emocional. 

- En cuanto a las materias primas, también aquí hay margen de maniobra. Me parece insensato no explotar los hidrocarburos de las aguas de Canarias, especialmente cuando lo va a hacer Marruecos sin titubear. El petróleo y el gas van a seguir siendo aún necesarios durante varias décadas aunque su peso en el mix de energía consumida vaya poco a poco a menos. El argumento ecológico no tiene sentido porque el estado de la técnica actual permite mitigar grandemente los riesgos. Todas o casi todas las naciones avanzadas de Occidente explotan su petróleo en el caso de tenerlo. Es el caso de UK, de Noruega, de Canadá o de USA.

Lo mismo pasa con otras materias primas disponibles en la península que no se pueden explotar por la cerrazón y testarudez de los ecologistas y partidos extremistas. Hay que cuidar el medio ambiente pero sin condenar al país a la pobreza. Es imperativo buscar el equilibrio entre la preservación del medioambiente y el desarrollo económico. ¿No es más lógico producir nuestro petróleo o gas que comprárselo a dictaduras, tiranías o monarquías absolutas que no respetan los derechos humanos ni el medioambiente?

- En materia de energía, son conocidas algunas de las malas decisiones que han tomado los políticos en las últimas décadas. A título de ejemplo, el presidente actual se ha cargado el acuerdo gasístico de larga duración con Argelia para satisfacer los intereses de Marruecos y aparentemente a cambio de nada destacable, o al menos nada conocido por la ciudadanía. Esto nos ha privado de una fuente de gas abundante y a buen precio, obligándonos a comprarlo mucho más caro a USA.

El cierre nuclear es otro error pues, nos guste o no, dada la irregularidad de la eólica, de la hidráulica y de la solar así como el cierre de muchas centrales térmicas, se necesita la energía nuclear para dar estabilidad al sistema y evitar cortes en el suministro. Tenemos también para esto las centrales de ciclo combinado de gas, pero obviamente contaminan, aunque menos que el carbón o el fuel. Lógicamente, desprovistos como estamos del contrato con Argelia, el precio que pagamos por el gas que consumen estas centrales es ahora más elevado y volátil que anteriormente. Como obviamente también emiten CO2, los radicales del cambio climático y sus representantes en Bruselas pronto pondrán también su punto de mira en estas centrales de gas. La energía nuclear es por lo tanto el último recurso para tener un suministro constante, estable y económico de electricidad y evitar los cortes que inevitablemente tendremos si lo fiamos todo a las renovables y la hidráulica. 

- En cuanto a la inversión privada, es necesario un marco legal y fiscal que la incentive notablemente. Sin inversión no hay crecimiento, ni incremento de productividad, ni generación de empleo. Es imperativo multiplicar la escasa inversión en tecnología y apostar en serio por la digitalización. Cuanto mayor sea el conocimiento y el nivel tecnológico, mayor será la productividad. Tecnología no son solo equipos y maquinarias avanzadas sino también procesos productivos.

¡En materia de FBCF o inversión, somos los últimos de la UE!. Poco más se puede decir. La OCDE estima décadas de estancamiento para España, sin crecimiento ni productividad, no habrá mayor oferta de empleo privado ni podrán mejorar los sueldos. Por lo tanto millones de Españoles y de jóvenes no podrán encontrar trabajo nunca. Si alguien piensa, como es el caso de algunos políticos muy conocidos, que caben todos en el sector público y que esto se financia fácilmente con más deuda y más impuestos, está muy equivocado. Si el bálsamo de Fierabrás es disparar la presión fiscal aún más, el hundimiento económico y social está garantizado. 

Es importante señalar también que la inseguridad jurídica que padecemos desde hace años es un freno muy fuerte a la inversión. 

En relación a la inversión pública, urge reducir el gasto corriente improductivo para poder acometer las inversiones necesarias para generar sinergias en combinación con la inversión privada. Es notorio el déficit de inversión de mantenimiento de la red de carreteras y autovías españolas y lo mismo pasa con la red de cercanías. Seguimos sin tren a Portugal y debido al ancho de vía y otros problemas, algunos trenes de media o larga distancia alcanzan velocidades propias de la mitad del siglo XX. Otras inversiones de calado están pendientes en materia de puertos y aeropuertos, depuradoras, trasvases de agua etc.

Todo esto no se acomete porque los recursos se malgastan en gasto corriente, clientelar y político. 

B) Las Pensiones Públicas: El sistema de reparto actual es inviable y necesita ser reformado en profundidad. La reciente reforma nace fracasada y lastra la capacidad de crecimiento y de generación de empleo de la economía. 

A día de hoy el sistema es insolvente pues adolece de un déficit de cotizaciones de 26 millardos, desfase que crece cada año. Esto se solventa con préstamos a fondo perdido que hace el estado con dinero que no tiene, es decir de nuevo con más deuda pública. 

Esto no es sostenible debido al elevado desempleo crónico, una población muy envejecida con una alta y creciente esperanza de vida, la falta de descendencia, unas cotizaciones que crecen menos que el gasto y finalmente el negativo impacto de la política de inmigración.

Es ingente la cantidad de jóvenes, y no tan jóvenes, que emigran y dejan España. El 60% tiene estudios superiores, financiados en su mayor parte por el contribuyente. Por otro lado, son decenas de miles los inmigrantes que llegan a España. Estos últimos vienen en su gran mayoría sin estudios superiores, muchos sin estudios ninguno. Estamos trocando gente preparada por gente sin preparar. Es fácil comprender que este proceso empobrece al país y drena recursos donde no los hay. En términos de generación de riqueza y cotizaciones, el saldo neto es muy negativo. Si queremos ser país de acogida hay que evitar que los ciudadanos más preparados emigren y cambiar las políticas que les impiden trabajar y prosperar.

El recorte de las pensiones se puede evitar si se actúa con urgencia. Lo primordial es reducir el paro a menos del 6%. Esto se puede hacer, como han hecho en los últimos años nuestros amigos y hermanos Lusos, aplicando políticas como las señaladas en este artículo y en el anterior. Una fuerte creación de empleo privado evitaría la emigración de ciudadanos con estudios superiores y experiencia profesional.  Todo esto aumentaría bastante los ingresos del sistema de pensiones. 

Aún así no es suficiente pues los gastos están disparados. Hay que tomar medidas que limiten el crecimiento de las obligaciones de pago como no indexar a la inflación las pensiones de más de 2000e y otras que se pueden tomar si dejamos de mirar las encuestas de voto. 

Dicho esto, los países con sistemas de pensiones viables y sostenibles son aquellos que han optado por un sistema de capitalización. En este sistema las cotizaciones van a un fondo de pensiones que invierte en activos y que pertenece al empleado. Esta es la manera de que el trabajador se jubile con unos ingresos notables, al menos similares a lo que cobraba cuando trabajaba. 

En la situación actual creo que todos los trabajadores de menos de 28 o 30 años deberían pasar a un sistema de capitalización. La pérdida de cotizaciones para el sistema de reparto se podría cubrir con el recorte del gasto público corriente improductivo así como el del gasto político. Hace ya muchos años Rosa Díez calculó que se podía reducir el gasto público en 40.000 millones sin recortar los servicios públicos. Teniendo en cuenta el gran aumento del gasto que ha realizado el actual gobierno a lo largo de los últimos 4 años, esta cifra se podría rebasar con mucha facilidad. 

En conclusión y volviendo al tema que nos ocupa, el futuro de los jóvenes, la única forma de mejorar la situación actual es revertir gran parte de las políticas que impiden a la economía crecer con fuerza y tender a su máximo potencial. Sin esto no se puede crear empleo, ganar productividad, generar riqueza y pagar mejores sueldos. No solo esto, es la forma de hacer sostenibles las pensiones y la deuda pública y por lo tanto asegurar el porvenir de los españoles.

Para esto es necesario desregular y desburocratizar sensatamente, disminuir inteligentemente la presión fiscal, eliminar el déficit público, mejorar la formación del capital humano, liberalizar la economía, tocar todas las palancas de la productividad y reformar las pensiones en el sentido señalado. De hacerse así podríamos alcanzar resultados bastante notables, mejores que los de Portugal, que no son escasos.

La situación actual de la juventud y de la sociedad en su conjunto se puede revertir pero desde luego no con las políticas actuales de P. Sánchez o las aplicadas en la época de Rajoy. 

El problema es que a los políticos lo que les importa es seguir en el poder el mayor tiempo posible y por eso rehuyen cualquier reforma que pueda tener un coste político. En ningún caso van a arriesgar sus privilegios y desde luego, nunca por el bien común. Tampoco tienen la flexibilidad mental y la altura de miras para aceptar que se equivocan o que hay políticas exitosas contrarias a su ideología y sus dogmas. El político profesional es el problema y como tal debería desaparecer.

El famoso y muy exitoso Warren Buffet dijo una vez algo que es obvio pero que no deja de ser una realidad del ser humano y especialmente de los políticos, “la cosa más importante que debes hacer si estás en un hoyo es dejar de cavar”.