La mirada de Ulisas

Las guerras son crueles y hay que evitar propiciarlas

Bella Clara Ventura
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LA MIRADA DE ULISAS nuevamente y con el mismo dolor se dirige hacia lo sucedido el 7 de octubre en Israel, en la zona sur colindante con Gaza, donde numerosos terroristas de Hamás no tuvieron el menor reparo en atacar por sorpresa a la población civil judía con sevicia y alevosía. Paso sobre los pavorosos detalles de cómo lo hicieron, por no querer hablar de atrocidades que ya fueron ampliamente ventiladas en los diferentes medios de comunicación. Dejaron un saldo de unos 1500 muertos y 240 secuestrados entre bebés, niños, ancianos, mujeres y hombres ajenos a la guerra. Varios trabajadores tailandeses y ciudadanos binacionales padecieron el suplicio del secuestro. No existió ningún tipo de discriminación para cumplir con los deberes y derechos del estado de una guerra. Nada humano se hizo presente aquel día durante la gran festividad judía de la entrega de la Torah, los libros Sagrados. Tablas que rigen y entregan los valores y principios que los países de Occidente, en hallazgo a una sana convivencia entre hermanos, que debemos ser todos desde nuestras diferencias, dicta como un marco de vida y de ser. Se basa en los diez mandamientos, códigos de honor para dar el lineamiento de unas conductas que permiten el respeto y la tolerancia bajo preceptos que articulan voces de libertad e igualdad. En cierta manera despiertan nuestra conciencia. Palabra o estado de ser y de obrar que jamás debería abandonar nuestra existencia. No fue el caso este 7 de octubre del 2023, fecha que jamás caerá en el olvido. Una madrugada de otoño que será recordada como la más sanguinaria y bárbara de este siglo, que nos prometía paz, luego de un cese de fuego durante años, aunque jamás dejó de ser foco de discordias y enfrentamientos en algunos lugares del mundo.

Hoy se entregaron 13 rehenes a cambio de 39 terroristas confesos y agarrados en actos de violencias contra judíos, por el mero hecho de ser judíos y por ser objeto de odio por parte de los terroristas de Hamás. Hombres y mujeres siguen implementando ese sentimiento abyecto entre su población civil. Nos preguntamos, como lo hizo una famosa periodista al aire, ¿si un judío vale tres terroristas? por lo poco o lo mucho que se les da valía. Las dos interpretaciones podrían ser válidas por un razonamiento que no viene al caso y se hace oscuro en cuanto a la exigencia. Se negoció así por demanda de Hamás, que pide cosas exorbitantes por conocer el corazón judío que siempre está dispuesto a defender a sus ciudadanos, lo que distan mucho de hacer los terroristas de Hamás. Saben exponer muy bien a su gente como escudos humanos y carne de cañón con tal de sumar bajas y lograr una propaganda en contra de Israel. Bien conocidos son sus métodos: construir subterráneos, con la abultada ayuda económica que reciben de entidades internacionales, bajo hospitales, mezquitas, residencias, escuelas y toda edificación que debería ser intocable en guerras. Túneles que sólo sirven para guardar un arsenal bélico y ser corredores de la muerte, en vez de ser los refugios de personas inocentes de la población civil. Personas civiles que anhelan ganarse el pan no cuentan como tampoco resulta importante darles mejor nivel de vida con posibilidades de haber desarrollado industrias o por lo menos una turística, que bien les hubiera representado una ganancia millonaria, por contar con un territorio digno de ser explotado en ese sentido. Es Israel, la supuesta nación enemiga, la que debe suplir todas las necesidades y curiosamente luego de ser la salvadora de una situación precaria, se torna el rival que se debe destruir de la manera más salvaje, vil y atroz. Aborrecimiento que se les inculca desde pequeños a los habitantes de la zona de Gaza como si fuese un dictado divino. ¡No sé cuál dios! pueda dar semejantes lecciones si los que conocemos siempre hablan del amor al prójimo y de cuidar la naturaleza tanto humana como nuestro hábitat. 

Hoy se liberaron solamente 13 rehenes judíos más 11 tailandeses, es de mucha alegría para el pueblo judío que ha vivido esta pesadilla como si fuera la de sus propios hijos, hermanas, madres o abuelas e inclusive pares, hablando de los hombres que no correrán con la misma suerte. La liberación se centra en niños, mujeres y ancianos. A Ulisas le parte el alma saber que no sean todos los liberados de este trauma que le ha quitado el sueño a la Tierra Prometida. Cada miembro es considerado parte de la familia y así se viven los judíos en estrecha hermandad y en unión de unos principios morales, que les permiten hacer la guerra de la forma que ningún país la hace al advertir a la población civil de la otra ala que evacue los lugares que serán detonados. Son reglas que les imponen a sus soldados para hacer la guerra, que nunca es limpia, de manera menos mortífera, como lo son todas, sin miramientos de ninguna consideración. Sólo bajo el único y exclusivo deseo de vencer al enemigo. En el caso de la Tierra Santa es también de cuidar a ciudadanos que no reciben la protección de sus gobernantes, como tampoco la propuesta de un mejor vivir con condiciones más adecuadas. No interesa tener subyugada a la población con tal de reinar en el odio y el resentimiento que llevan a una guerra de civilizaciones, como se puede analizar el fenómeno de este nuevo conflicto armado. Ya dura más de cincuenta días con una tregua, sin medir sus consecuencias. Veo las ancianas que fueron liberadas con el paso cansado y el peso de los años. ¿Acaso merecían este suplicio? Como tampoco los infantes que deben estar en la escuela o en juegos. La falta de libertad es indigna, a menos que sea por un caso comprobado de fechorías, violaciones o corrupción. Todo lo que el hombre es capaz de cometer cuando sus bajos instintos desvían su conducta.

Preguntémonos ¿qué, quién y el porqué nos llevan a extraviar el sentido común de poder vivir con el prójimo en concordia sin egos ni deseos de aplastarlo. Las diferencias y las luchas libradas por la justicia, los derechos humanos y de los de la mujer nos enriquecen cuando sabemos verles su valía. Que sean las diferencias las que nos unan en la avenencia de un mundo mejor, despojado de todo tipo de violencias y de odios.

La mirada de Ulisas sueña con tiempos más armónicos bajo odas de paz. Sabe que la mejor arma es AMAR, aunque cueste conquistar esta verdad que nos conduce a vivirnos en el paraíso terrenal. El amor nos da dimensión de ser humano, el odio nos resta toda humanidad.

Y ojalá regresen a sus hogares todos los rehenes sanos y salvos para no seguir llorando más muertes de ninguno de los dos bandos. ¡¡¡Las guerras son crueles y hay que evitar propiciarlas!!!!