La mirada de Ulisas

Nuestros valores, la mujer libre y el amor por la vida sin terror

Bella Clara Ventura
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LA MIRADA DE ULISAS ayer terminó de escribir un artículo, que bien se puede dejar su publicación para otra fecha más adelante, ya que mencionar la muerte o filosofar sobre ella puede situarse en cualquier momento.

En cambio, referirme al brillante y doloroso artículo de David Rosenthal sobre la pregunta “¿Y ellas qué?” cobra urgencia en estos momentos cuando Israel es juzgado en la Corte Internacional de La Haya por su respuesta al virulento ataque del 7 de octubre en su contra. El juicio desea desconocer los hechos y sólo basar su demanda a partir del 8 de octubre. ¿Qué formalidad puede basarse en el desconocimiento de los eventos que dieron origen a la respuesta? Y además como excusa: no se pueden divulgar en la corte los vídeos probatorios por ser demasiado virulentos. Ahí empieza la distorsión de la seriedad con la que se llevará a cabo el juicio. Otra manera de negar lo sucedido o de tratar de minimizarlo al no poder aportar las pruebas, pero Israel sabrá defender su posición y sorteará la injusta acusación de querer cometer un genocidio con los habitantes de Gaza.

El compañero David, desde su mirada de hombre, se ciñe a un asunto que pareciera sólo interesar a la mujer y él con su pluma reveladora, desde el inicio de su artículo publicado en El diario de Madrid recientemente, nos señala que el fondo de lo acontecido reviste tanta seriedad que él como hombre, hijo, hermano, amigo y tal vez padre no puede dejar pasar por alto una cuestión que pone en entredichos la conducta humana, si es que “humano” se puede definir lo que hicieron de manera descarnada el 7 de octubre en Israel los terroristas de Hamás, aquella madrugada sanguinaria y abominable para nuestra civilización. Y la mirada de Ulisas repite con preocupación que el juicio sólo se llevará a cabo a partir de la respuesta de Israel sin tomar en cuenta el motivo que desencadenó la reacción. ¡Vaya sesgo tan justo! Crea un hito que se analizará con todos sus bemoles y se hablará de arbitrariedades. Lo mismo que señala David en su artículo, sobre aquella barbarie que algunos necesitan desvalorizar para darle relieve a sus erradas posiciones como hablar de un genocidio, y dejar los sucesos en entredichos. Pero, antes de detenerme en su texto, mi mirada, la de Ulisas, que he leído muchos de los fascinantes artículos de mis compañeros quiero felicitar a todos los colaboradores, que de manera desinteresada entregan su sapiencia. Por temor a olvidar de nombrarlos a todos, solo mencionaré algunos nombres como el de Cecilia, Gloria, Marisol, Pilar, José Luis, Nery, Fabio, Alonso etc… y pedir perdón por no hacerlo con otros referentes que también han sido altamente valiosos, pero la lista sería demasiado larga.

La idea de esta reciente mirada se centra en el análisis del artículo de David Rosenthal por verme afectada en mi sexo con el mirar femenino que destaqué desde el inicio de mi columna “La mirada de Ulisas”. Cuando opté por apodarme así en este maravilloso espacio de difusión, puesto a la orden de los lectores sin ningún tipo de censura a los intelectuales y escritores que participamos, y de manera abierta a la opinión pública con diversos argumentos y propuestas bajo la mera finalidad de que cada lector, a quien también alabo por ser testigo y partícipe de este emprendimiento, se forme su propia idea de lo que examina y también pueda emitir un juicio personal gracias a tanta ilustración que se le ofrece, hice hincapié que sería un atisbo femenino el que arrojaría en mis crónicas. La mirada de Ulises, como se le conoce desde siglos atrás, se la dejaría a su género. En cambio, mi mirada que defiendo desde mi óptica no tanto feminista, por no siempre estar de acuerdo con posturas tan radicales, la pretendo de mujer sensible y de su época. Bien lo expliqué desde mi primera entrega cuando le puse el título a mi columna “La mirada de Ulisas”. Viví el asombro de algunas personas que no comprendieron que me inspiraba en Ulises. Quería que esa mirada fuese husmeadora de muchas realidades con la visión de la dama viajera, curiosa e inquieta que podía asomar su rostro y sus emociones.

Por ello, en el caso del artículo de David Rosenthal, no puedo quedar ajena ni ignorar el malestar que emana de cada frase por ver que la reacción ante las violaciones y vejámenes por parte de las asociaciones feministas mundiales o que defienden los derechos de la mujer fueron nulas o bien escasas en sus condenas a Hamás. ¿Acaso? no supieron y vieron como lo registramos muchas personas aquello que cometieron contra bebés, niñas, mujeres, ancianas judías y no judías que estaban en un concierto con cánticos por la paz. Me parece tan abominable que es difícil hablar del horror sin que mis ojos se hagan lágrimas. Y sería la misma reacción ante cualquier violación de una mujer en cualquier parte del mundo o de la violencia que se ejerce sobre la fémina, bajo el nombre de feminicidio, bien conocido y condenado en muchas partes del mundo, pero tantas veces también callado. Hay que ver lo que están haciendo en Afganistán en nombre de la charia que desean imponer a la Humanidad con el número cada vez más creciente de adeptos a esos pensamientos y a la consecución de sus acciones. Lapidaciones y torturas a mujeres que se niegan a portar el velo o a vestirse como ellos, los talibanes, ordenen. Sin derecho a la educación ni a la emancipación. Y ni se diga si alguna de esas pobres mujeres se atreve a mirar a otro hombre que no sea su marido, de inmediato y sin juicio en su defensa será decapitada en público. Vaya retroceso en el que se sumerge la Humanidad al constatar que tantos derechos adquiridos por medio de batallas logradas se vienen a pique. Marcan el paso por el "peso" de esas civilizaciones que han existido desde tiempos lejanos y que cobran presencia. Y como lo escribe el señor Rosenthal con sorpresa y mortificación: “Pero no se logra ver a las feministas, casi en su totalidad de izquierdas, abogar por la voz enmudecida de las israelíes y judías que fueron violadas, torturadas y asesinadas”. Y ahí radica la gran pregunta: ¿Acaso la defensa es sólo para algunas mujeres o es que el lamento no es para todas las mujeres, las únicas que pueden ser madres y portar el bebé en su entraña, el derecho a la defensa?  No podemos borrar de la memoria aquella mujer judía a quien le arrancaron el bebé de la entraña para ponerlo en un microondas bajo su vista para luego asesinarla con su tormento.  O por dar otro macabro ejemplo, la mujer en agonía que ante el socorrista se quejó que fueron tres. Palabras que quedaron resonando en los oídos del hombre hasta entender que tres violadores habían abusado de ella. El hombre quedaría marcado de por vida por esta escena y las tenues palabras de padecimiento y angustia de quien expiró en sus brazos. Son algunos de los casos, pero son numerosos y de mucho sufrimiento que salen a la luz cada día.

Bien termina su artículo David al exclamar si será que la causa de las feministas está polarizada e infiltrada por una ideología podrida. Y cierra su texto puntualizando cuán poco fundamento, y yo como mirada añadiría consistencia, existen en sus propuestas. Lo mismo le pasará a Suráfrica en su empeño de acusar a Israel por su legítima defensa y sin el menor interés de cometer un genocidio, que bien hubiera podido ocurrir el mismo 7 u 8 de octubre como represalia a tanto dolor infringido a su población, si su interés hubiese sido el exterminio. Probará que es un ejército que no se quiere igualar a muchos que no les importa los daños colaterales, los soldados israelís, no todos judíos, entrenados para ello, se ejercitan para evitar mayores víctimas inocentes al pedir evacuar la zona que van a explotar. Lo que no hacen sus gobernantes al no tratar de proteger a su población civil, extrañamente la exponen a las balas para sumar muertes al poner a su gente como escudo humano para luego achacar el desastre al ejército israelí. De no creer lo que sucede, como tampoco se puede creer lo ocurrido con la falta de condena a Hamás por sus actos atroces. ¿Y ellos qué? Libres de toda culpa y responsabilidad por haber iniciado una guerra con miles de misiles sobre Israel, el poner a su población como carne de cañón para, según ellos, acumular triunfos que no se entienden. Y espero que algún día no muy lejano reciban su condena y el mundo occidental entienda que Israel representa el verdadero escudo o dique al terrorismo que se avecina con sus dientes afilados. En un grito descorazonado la mirada de Ulisas entiende que la civilización occidental no desea ser “emburkada”. Neologismo que pronto se pondrá de moda si no defendemos lo nuestro: nuestros valores, la presencia de la mujer libre y el amor por la vida sin terror. Con las alas desplegadas hacia la tolerancia y el respeto, pero sin dejar que otros sistemas o creencias ahoguen nuestra libertad de ser y de sentir.