Reflexiones Australes

Reducción de la jornada laboral en España

Se discute en estos días, la propuesta del progresismo burocrático e ineficiente, de reducir la jornada laboral en España. El objetivo es pasar de 40 horas semanales actuales a 37,5 horas, sin disminución de salario para 2025 y en dos tramos. Se pasaría a 38,5 horas este año y 37,5 en 2025. Los argumentos  que sustentan el plan liderado por la ultraizquierdista Yolanda Díaz, son de una ignorancia e irresponsabilidad infinita. Este es un tema económico que no admite matices. 

En Chile también hemos sido víctimas de la arremetida de la izquierda dura, la cual también ha reducido -con la complicidad de muchos- la jornada laboral, en el caso de Chile a 40 horas semanales. No hay -al menos en Chile- demostración empírica de que la reducción de jornada hará aumentar la productividad. Lo que se legisla en España, tarde o temprano, tiene efectos en Chile. Los progresistas de uno y otro país, se coordinan para ir aumentando los derechos en desmedro de los deberes. 

Escuchar a la señora Díaz, genera mucha preocupación al observar su miopía intelectual al justificar la reducción de jornada. Ella, al igual que sus pares chilenos, no entienden cómo funciona la economía y sólo promueven un populismo irresponsable. Se observa de manera simultánea, como el partido político de la señora Díaz, camina hacia la desaparición. Explicando en lenguaje para un jardín de infantes, debemos considerar que la reducción de jornada, sin reducción de salario, constituye una usurpación al empleador. 

En segundo lugar, las empresas deben cubrir los nuevos turnos o las labores que se dejan de atender, con nuevos trabajadores, lo que genera un aumento del empleo por la vía administrativa. La agricultura, el comercio, la minería, el turismo y en general la mayoría de las industrias intensivas en mano de obra presencial, verán afectados sus resultados. Esta idea que impulsa el gobierno español, de que la reducción de jornada laboral le dará más tiempo a las personas para disfrutar de la vida y “compatibilizar trabajo y descanso”, es una payasada. Siempre recurren a afirmar que se debe trabajar las mismas horas que en Noruega o Dinamarca. Todos los países tienen distintas realidades y no se puede imponer a todo el mundo los dictados de la ONU, gran responsable de muchos de los problemas que enfrentamos. 

En Chile también dicen y proponen lo mismo. La utopía es que se gane mucho dinero, trabajando poco. Está máxima le hace mal a los países, le hace mal al ser humano. Trabajar es digno, es bueno para la salud y también para el desarrollo de los pueblos. Trabajar poco hace mal, sobre todo a los jóvenes. Se le olvida a la señora Díaz que en China y en varios países asiáticos, se trabaja muchas horas y que la economía española y europea serán crecientemente invadidas por productos chinos. La invito a que recorra los mismos pueblos de España o de Chile y vea la explosión de comercios chinos atendidos por sus dueños, trabajando más que nadie. 

Otro elemento que a los burócratas no se les ocurre pensar, pues nunca han trabajado en el mundo real, es que la reducción de jornada a niveles de 37,5 horas a la semana, lleva en muchos casos a que las personas tomen un segundo empleo, legal o informal. Esta realidad, echa por tierra el argumento de base de que la reducción de jornada permitiría más tiempo para el ocio. 

Adicionalmente, es bueno destacar que el otro argumento de que menos horas permiten tener más tiempo para la familia, es una falacia. El número de  familias tradicionales en España no crece, ni en España ni en Chile. El tiempo libre generará más tiempo para pasear mascotas, ahora en coches de bebés, y no precisamente para cuidar hijos, pues la tasa de natalidad en España y en Chile caen estrepitosamente. 

En resumen, la reducción de jornada le hace mal a España y a Chile. No sigamos cayendo en las redes de charlatanes que embaucan a ciudadanos en ambos lados del Atlántico. Los países -ricos y pobres- necesitan trabajar más y no menos. Los estudiantes necesitan estudiar más y no menos y los políticos deberían hablar menos y concentrarse en sus labores de manera responsable.

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