La mirada de Ulisas

La responsabilidad de los unos hacia los otros y viceversa

Bella Clara Ventura
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LA MIRADA DE ULISAS anhela cargarse de sonrisas al olvidar por un momento las lágrimas del 2023. Y desea de modo vehemente que este nuevo año 2024, iniciado ya desde hace una semana, deje atrás tanto dolor y los desastres de las guerras. 

Con la llegada de los renombrados Reyes Magos, que significan tanto para la cultura occidental, Ulisas, con sus ojos bien puestos en ellos y en sus poderes les pide de rodillas, como su máxima plegaria que, con sus varitas mágicas, poseedoras del dominio de los milagros, destierren las beligerancias, catástrofes ecológicas, peleas entre hermanos, que lamentablemente se conocen demasiado desde épocas pretéritas como las desavenencias entre Caín y Abel. Además, clama para que pueda la potestad de sus magias exterminar el odio, lo bajo que trae la condición humana: el chisme, la desunión, la envidia, la pesadumbre de la consecución del pan diario para erradicar el hambre, el maltrato a la mujer, la falta de oportunidades para los más desvalidos, la violencia bajo todas sus representaciones, la corrupción, la pestilencia de tanto ego, las injusticias, la maldad etc… La lista es larga de lo que se debe erradicar para lograr un mundo más justo y equilibrado. Lo que implica que cada persona se rasgue las vestiduras de la manera más recóndita para poner en evidencia la parte densa que todo ser viviente y pensante puede o debe transformar. Precisa de un arduo trabajo interior. Es el llamado que hace cada final de año cuando se despide para darle paso al nuevo devenir. La mirada de Ulisas se funde en dicha invocación. Invita a detenernos en esa recapacitación que nos obliga a vernos por dentro; cuando se halla el iceberg que nos habita. Bien lo describe Freud en sus textos, como ese mundo oculto que nos maneja de una manera sorprendente y tantas veces con una pulsión desconocida, que no siempre suele ser la mejor. Obedece a ese universo enterrado en otra capa del yo, que aparece de forma soterrada e inesperada.

La mirada de Ulisas recomienda de viva voz sacar esa parte inconsciente a la luz. Existen métodos como la meditación y el mirarse con detenimiento, también escuchar el juicio ajeno. Tantas maneras de ahondar en el cosmos interno de cada persona y librarse a un proceso individual.  

Por ser tan mágica la mirada de Ulisas, al responder a la observación de sus agudezas, sabe arribar a las mayores profundidades y andanzas del ser para desplegar sus pensamientos de la forma que se le antoje. Ese atisbo no obedece a límites y menos a censuras. Se despoja de todos sus yo. Reconoce que sus pupilas se cargan de múltiples yo por ser el reflejo de la persona. Bien dicen que los ojos son el espejo del alma.  Estamos al corriente que posee alma y corazón en sus retinas. Por su incansable parpadear y por todos sus viajes y alcances la mirada de Ulisas reconoce que es una realidad tener múltiples yo en la personalidad. Se adentra en consideraciones, que algo tan sutil como un atisbo puede alcanzar.

La contemplación de Ulisas desde que nació se precia de ser muy humana y analítica. Por ejemplo, como el querer detenerse en el trabajo de aquel que recoge la basura; una tarea que se mira con desprecio por considerar que aquel que desempeña la profesión de recolector de porquerías y desechos no tiene la altura ni el merecimiento que permiten atención alguna. Y desde su mirada, un tanto soslayada y discreta, Ulisas en su estado alerta observa que, si el mundo no contara con individuos dispuestos a realizar semejante labor, el hábitat de todos y cada uno de nosotros estaría aún más podrido y nauseabundo. Son presencias que se fijan en su atisbo para darle mayor sensibilidad a sus ojos, dispuestos a demorarse en asuntos que para otros pueden parecer irrelevantes. Mas para aquel mirar inquieto se tornan preponderantes. Ve como esos hombres, que tal vez pueden sentirse como si ellos mismos fuesen basura, resultan tan necesarios para una sociedad, que quizá no los distingue como profesionales indispensables y valiosas. Ese quehacer de limpieza es el que nos exige el año nuevo. Lograr transmutar lo viscoso y vicioso en elevado. El darnos una nueva oportunidad de cambios. De despertar en cada persona la necesidad de transformarse para ser más útil a una comunidad que precisa de todo tipo de trabajos para su mejor funcionamiento, como en el caso del recogedor de basuras. Su imagen se plasma en la mirada de Ulisas para darle su puesto y el aplauso.

Curiosamente y retomando la metáfora de la escobilla de roñas y excrementos, el año que ya se estrenó nos invita a esa limpieza interior.  Sin duda alguna, la mirada de Ulisas percibe que cuesta demasiado cumplir con una misión tan delicada y dispendiosa. Mas sin empañamiento, es una faena que resulta imprescindible. Se debe ejecutar de manera individual y colectiva para la evolución personal, la del planeta (tan desabrigado en estos momentos debido a la irresponsabilidad del hombre frente a la Naturaleza. Queja resaltada tantas veces en la mirada de Ulisas), y conseguir el crecimiento interno de nuestros hermanos, que somos todos los unos para los otros, a pesar de nuestras diferencias.

El mundo es una unidad y por lo tanto de ese Uno derivamos todos. Cada uno de nosotros, como individuos que somos, debemos llegar al entendimiento que tenemos que asumir la responsabilidad de los unos hacia los otros y viceversa. Como aquel buceador de basuras ya mencionado, que intenta con su sudor ordenar lo desechable. Trata de poner la casa en orden para que sus hermanos tengan un mejor mañana. Comprende que, aunque no ejerzan su función, él con su labor da la posibilidad de una vida más cuidada a sus semejantes. Y tal vez, en su fuero interno capte que al higienizar la Tierra se puede hacer visible ante ojos superiores, los mismos que evalúan la necesidad de una limpieza interna a fondo y con conciencia. La mirada de Ulisas con palmas en alto defiende la profesión del limpiador de suciedades en las sociedades.