Ciencia, periodismo y política

Sapolsky

Después del último libro de Robert Sapolsky, ‘Decidido’, parece poco discutible que en términos científicos carecemos de ‘libre albedrío’. Otra cosa es que esta situación sea, o no, compatible con la responsabilidad individual. La postura de Sapolsky, incompatibilista, cuestiona las bases de la civilización occidental, asentada sobre la libertad del individuo y los límites que establece el derecho.

Heredamos los genes de nuestros padres y estos se van apagando o encendiendo en función del ambiente, particularmente en las primeras etapas de la vida. Apoyado en la influencia de estos factores epigenéticos en nuestra conducta, Sapolsky sostiene de una forma incontrovertible que no somos dueños de nuestras decisiones que están prefiguradas por estos hechos biológicos; vivimos pues en la ficción de que tenemos ‘libre albedrío’. Para entender este hecho deberíamos saber que la evolución ha conformado nuestro cerebro de forma que vivimos también otras ficciones. Una, que somos sólo parcialmente conscientes de nuestra finitud; lo sabemos pero no lo tenemos presente en nuestro día a día. Otra, nuestro convencimiento de que la razón moral siempre nos asiste. Hay una hipótesis que plantea que la depresión no es sino un descreimiento de estas ficciones.

El compatibilismo entre la falta de ‘libre albedrío’ y la responsabilidad personal, necesario para mantener un orden social, es apoyado por múltiples pensadores en los que abundan más los filósofos que los científicos. Estos planteamientos generan una interesante controversia cuyos detalles no pueden tener cabida en un artículo de opinión. Lo que sí podemos hacer es una metáfora que resumiría la posición de los compatibilistas considerando la vida como una partida de póker en la que los jugadores se sientan en una mesa de juego con determinadas cartas, unos las tienen muy buenas, otros buenas, regulares, malas o muy malas. Algunos son capaces de ganar la partida llevando un mal juego, pero la realidad es que estos son una minoría, lo esperable es que la ganen los que tengan las mejores cartas. Sapolsky se enfrenta casi con rabia a esta postura que admite que tenemos un cierto margen para gobernar nuestras vidas. Él plantea que cuando te tocan malas cartas en forma de pobreza, maltrato infantil o violencia ambiental, nuestro comportamiento se prefigura de tal forma que no hacemos sino hundirnos más todavía en la miseria moral en forma de delincuencia y actitudes dañinas para la propia persona y su entorno. Con todos los matices que queramos, no podemos olvidar que este es un esquema social que estamos viviendo a diario.