Orbayada

¿Y a ti quién te ha traicionado?

La Historia cuenta infinitas gestas de valientes que lograron cambiar su rumbo, pero también de traidores y perjuros que mostraron su lado más oscuro y manipularon los destinos de las naciones. Mentira, traición y perjurio se mezclan siempre, aunque sean conceptos distintos. Miente el que no dice la verdad y es consciente de ello. Traiciona el que falla, el que abandona a los que confían en él; el que no cumple su palabra o no guarda la fidelidad debida. Perjura el que falta a la verdad ante el juez o la autoridad competente. Por eso al que le traiciona la misma persona una y otra vez es un enamorado o un ingenuo. 

Tras las pasadas elecciones casi todos los españoles hemos entendido que teníamos que aprender a nadar entre aguas turbulentas y falsedades. A los que omitieron sin malicia las negaciones de San Pedro, siento recordarles que no es ningún consuelo distinguir si fue mentira o engaño con alevosía. De verdad que lo lamento. En todo caso, allá ellos, pudieron elegir y no quisieron. Que no se aflijan, porque la traición más grande se la ha hecho el propio presidente creyéndose por interés sus mentiras y desvirtuando de forma deliberada los hechos.

Creo que fue José Martí, héroe y poeta, el que escribió hace tiempo que ser hombre significa que cuando abofetean a alguien en la mejilla, las de todos enrojecen. Vamos que, si te pegan a ti, lo siento yo. Hoy por mucho que a algunos se nos están sonrojando y hasta calentando las orejas, es obvio que no cumplimos. Quizá solo por eso, para José Martí no seamos hombres y mujeres con mayúsculas sino títeres o marionetas.

En estos días, a uno de nosotros, al que ostenta el título y la dignidad de presidente del Gobierno de España, en funciones, le han dado una bofetada y, quiero pensar que solo por ser buen cristiano, ha puesto varias veces el otro carrillo. Bien es verdad que no se ha dolido y está contento. Es más, ¡vaya por Dios! presume de que buscó los sopapos por el bien de España. Lo cierto es que a cambio de un sí momentáneo y de eliminar de su cargo las dos palabras finales, un tanto incómodas por transitorias, se ha dejado cachetear a dos manos. Y, lo que es más grave, ha pactado con quienes no se arrepienten de nada y exigen su propia amnistía porque jueces y tribunales dictaron sentencia firme y los declararon prófugos, terroristas, malversadores, sediciosos, instigadores, defraudadores o violentos. 

Amnistía a tutiplén, cancelación de la deuda, referéndum de autodeterminación, verificador internacional, singularidad financiera, quiebra de la igualdad y de la separación de poderes, caben en un papelito de apenas cuatro folios. No se puede negar más a España, con menos tinta. ¿Y a cambio de qué? investidura y estabilidad condicional de la legislatura. Mucho me temo que estemos en aquello de a quien los dioses quieren hacer caer, primero lo vuelven loco. Habrá que esperar a que San Martin llegue con el refranero. Tardará más o menos, pero el Santo siempre cumple. 

De todos modos, que no cunda el desánimo, porque como me explicó un compañero de la administración, cuando supo que yo era de letras, coyuntura es lo efímero y estructura lo permanente y, por sí no lo había entendido, me insistió, la coyuntura eres tú que vienes de fuera y la estructura soy yo que soy de dentro. Tú te irás y yo me quedo. Y así fue. Y así será. Por eso, recordad siempre al poeta 

(…)  todo, como el diamante,
antes que luz es carbón.

Aunque quien se sienta traicionado y no quiera dejar pasar el tiempo baldío, también puede reaccionar. 


Maribel Barreiro es jurista y escritora.

Autora del libro de relatos De Príncipes azules y otros cuentos