Mosaico literario y cultural

Desde Toledo hasta las montañas de los Andes

Javier Claure C.
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Los dichos, refranes y expresiones populares son mucho más que simples palabras. Son un reflejo de la identidad, de la cultura y de la historia de los pueblos que los crean y los usan. En cada rincón del mundo hispanohablante, desde las calles empedradas de Toledo hasta las montañas de los Andes, estos fragmentos de sabiduría popular son una parte vital de la comunicación. En otras palabras, esas expresiones, típicas de ciertos lugares del mundo, son la voz del pueblo y de la memoria colectiva hecha verbo. Es poesía popular que no necesita de rima ni de métrica. He tenido el privilegio de conocer a gente de diferentes países, y he escuchado algunas expresiones que me han llamado la atención. Citaré tan sólo un puñado.

En España si alguien dice «mucha mierda» cuando se lleva a cabo una actuación o evento importante, en realidad está deseando que todo salga bien. El origen de esta expresión proviene del pasado, cuando los espectadores asistían al teatro en carruajes tirados por caballos. Cuantos más espectadores acudían, más caballos había y, por lo tanto, más «mierda» quedaba en las calles. Así que, «mucha mierda» indicaba un teatro lleno de gente, lo que era un buen augurio para la actuación.

En Bolivia, por ejemplo, cuando una persona es alcohólica, se le dice: «es un artillero/a». Según el diccionario de la Real Academia Española, artillero tiene varios significados: perteneciente o relativo a la artillería, persona que sirve en la artillería del Ejército, jugador que marca goles con frecuencia, persona que se encarga de cargar y dar fuego a los explosivos. Cuando estuve en Bolivia, pregunté a un amigo militar el por qué de este apelativo a una persona alcohólica. Y me contestó sonriendo: «será porque suele tomar unos misiles cargados con buena pólvora, y muere al pie del cañón».

En Chile dicen «está más perdido/a que el teniente Bello» para indicar que una persona está completamente desorientada o confundida. Este dicho tiene su origen en un hecho histórico real. El teniente Alejandro Bello era un aviador chileno que desapareció en 1914 durante un vuelo de entrenamiento en Chile. A pesar de los esfuerzos de búsqueda, nunca se encontraron rastros de él ni de su avión.

La expresión «El que nace para tamal, del cielo le caen las hojas» es común en México. Este dicho significa que cuando algo está destinado a suceder, las circunstancias se acomodan de tal manera que facilitarán su realización, casi como si el destino se encargará de que así sea. En resumen, cuando algo está predestinado a una persona, todo convergerá para que ocurra «ese algo».

Cuba, la isla de la salsa y del son, tiene en su habla una cadencia única. La frase «Está como un mango» describe a una persona atractiva. O «Me hace la vida un yogurt» para señalar que alguien causa tristeza o congoja en la vida de otra persona.

Y qué decir de Colombia, donde cada región tiene su propio modo de hablar. En la costa dicen: «Está más enredado que un bulto de anzuelos», para referirse a la complejidad y la dificultad de la vida.
En fin, cada ocurrencia, cada modismo inventado por la gente, es una flor que crece en el jardín del lenguaje de cada país. Y mientras las generaciones futuras sigan hablando, seguirán naciendo nuevos dichos porque es la manera en que expresamos lo que somos y lo que sentimos. En cada rincón del mundo hispano las palabras seguirán cantando, seguirán bailando, seguirán viviendo porque mientras haya alguien que hable, habrá un dicho para recordar.