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El traje de luces, un legado que dejó "Paquiro"

Los toreros anteriores a Francisco Montes “Paquiro”, nacido en Chiclana (Cádiz) 1805-1859, como fueron los legendarios Pedro Romero, José Delgado “Pepe-Hillo” o Joaquín Rodríguez “Costillares”, usaban para torear redecilla y peineta que se sujetaban en la cabeza, y todavía antes a ellos (Los Martinchos y contemporáneos), se la cubrían con un chambergo de alas anchas que a veces lo utilizaban como muleta a la hora de estoquear al toro.

Tanto el mencionado chambergo como unas preciosas y variopintas capas largas de seda que también utilizaban para hacer el paseíllo, fueron prohibidas en el año 1766 por aquel odiado ministro de Carlos III, llamado Leopoldo de Gregorio Esquilache, Marqués de Vallesantoro, quien provocaría un violento motín cuando era ministro de Hacienda, por realizar arbitrariamente reformas anticonstitucionales, alentado por su homólogo el marqués de la Ensenada, que le costó la destitución en el cargo. 

Posteriormente las capas se acortaron y el chambergo fue suprimido totalmente, por una orden del Ministerio que lideraba Florindablanca.

Rápidamente entraría en vigor como prenda para cubrir la cabeza el sombrero de medio queso, y fechas más posteriores sería el de dos picos o de candil, ascendiente de la inmediata y actual “montera”, ideada por Francisco Montes, ahí su nombre por derivado de su apellido, que tras varios ensayos y pruebas es definitivamente impuesta en el año 1835. Desde entonces a nuestros días, este “sombrero taurino” tan peculiar, no ha cambiado en lo sustancial, aunque haya tenido alguna evolución sujeta a las modas reinantes de cada época. Lo sustantivo de la montera es que está adornada por cordonería y pasamanería negra, rematada a cada lado con una borla o macho unido, cuya forma y dimensiones ha variado un poco con el tiempo como antes expresamos.

A “Paquiro” hay que considerarlo como el inventor del traje de luces por ser el primero que le incorporaría pedrería y lentejuelas, con anterioridad a este fue “Costillares” quien dotaría de galón de plata y a continuación serían Francisco Herrera “Curro Guillén” y Juan Núñez “Sentimientos” en bordados. 

Francisco Montes “Paquiro”, suplió la tradicional tela de gusanillo por la seda, agrandando el tamaño y barroquismo de las hombreras enriqueciendo la vistosidad del vestido de torear al que le agregó también borlas, alamares y caireles en color oro, hasta entonces solo este metal podía lucirlo los privilegiados, como; la nobleza, la burguesía y el clero. 

Recortó de manera notable la chaquetilla de tal forma que puesta asome sobre dos dedos la faja, sustituyendo también y para siempre el antiguo cinturón de cuero por la referida faja.

Prácticamente no ha variado mucho el vestido de torear desde aquellos tiempos hasta la presente, salvo los leves vaivenes propios de la moda y lo referente a la técnica textil e incorporaciones de nuevos materiales, por ejemplo: la sustitución del cartón por el plástico en el armazón de las chaquetillas, incluso los bordados de las camisas blancas, así como el pañuelo de antes por el corbatín o pañoleta que hoy impera.

Todos estos cambios y modificaciones que llevó a cabo “Paquiro” en la vestimenta de los toreros, fue sin duda, un intento de elevar el rango social del lidiador a una distinción popular, como también el afán de que el nuevo diseño de vestir sentara las bases de lo que hoy es la indumentaria de los diestros.

Por último, indicaremos que igualmente fue el precursor de implantar la lidia en tres tercios reglamentados (capote-pica, banderillas, muleta-muerte), así como regular las cuadrillas e instaurar el “paseíllo”, aunque con anterioridad a él, el rondeño Juan Romero, hizo una trascendental reforma y cierto orden en la manera y tiempo de torear, hasta entonces bastante anárquica.

El célebre “Paquiro” fue un torero excesivamente valiente y un gran innovador, dejando en herencia los principales legados históricos de la torería, base y canon de la Tauromaquia actual.