Novela por entregas

¡CHIHUAHUA! Entrega XXIII

portada chihuahua  -Miguel Mosquera Paans
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Visiblemente aliviado, a la mañana siguiente Ernesto trasladaba al potentado al apartamento de su hijo en lugar de a María. Nada más llegar, Lupe lo puso al corriente de los pormenores que tanto la afligían.

—Has hecho bien en avisarme. Debe tratarse de algo grave —comentó decidido el señor Benito—. Ahorita ya platicaré con él.

Poncho se despertó zarandeado por su papá, quien despabilándolo por la brava lo retaba a dar cuenta de los últimos acontecimientos. 

—¡Esa maldita indígena entrometida! —exclamó Beny furioso intentando sujetarse con disimulo las partes en la mano—. ¡Quién le manda meterse donde no la llaman!

—¡Ahorita ya me lo vas a largar todo! —interrumpió su padre rugiendo—. ¡Y sin guardarse nadita!

Ante la disyuntiva de contarle el turbio mundo sexual que en los últimos tiempos frecuentaba, optó por dramatizar la triste historia del amor que sentía por Carmela, omitiendo cualquier detalle escabroso, para rendirse ante la amarga evidencia de tener que contraer matrimonio con María.

El magnate, haciendo caso omiso de sus sentimientos, invocó en un grandilocuente monólogo la importancia del respeto a los más atávicos valores, ofreciéndole en última instancia una válvula de escape.

—Mira, Ponchito, María es la esposa perfecta para darte descendencia. Lo que ella tiene que hacer es darte una buena camada —intentó convencerlo, ofreciéndole un balón de oxígeno a su confidencia—. Después tú te dedicas a tener una novia, una querida o veinte, pero ten claro que el párroco ya ha publicado las amonestaciones y dentro de seis meses te casas.

La sirvienta, aún a riesgo de saber que quien escucha tras las paredes oye sus propias vergüenzas, mantenía la oreja pegada a la puerta para tener el más fidedigno conocimiento de la pena que consumía a su querido niño.

Don Benito se despidió dejando a Poncho en un mar de zozobra tras espolearlo a emplearse a fondo en el cortejo, recordándole que en apenas tres cuartos de hora llegaría su novia.

La nativa se hundía bajo una terrible aflicción sólo de pensar que su señorito fuera a casarse por obligación y no por amor. El matrimonio era una cosa muy seria y además, como mandan las leyes de Dios y de la Iglesia, para toda la vida. ¿Cómo podría cargar con semejante losa sin acabar siendo un infeliz amargado? 

Barajando todas las posibilidades para zanjar el compromiso antes de que fuera demasiado tarde, viendo a Beny abandonar cabizbajo la vivienda para dirigirse a acompañar a su prometida, Lupe sintió un dardo incandescente perforando su corazón y, con la angustia ardiéndole en el pecho, se sumergió en la más absoluta tristeza.

Cuando el criollo abandonó el ascensor pudo ver desde la cristalera del portal la limusina aguardándolo para iniciar una nueva gira turística en compañía de aquella joven, en ese momento considerada más ajena que nunca.

No más musitó un saludo al entrar en el auto y, rozándole a ella un fugaz beso en la mano, ordenó a Ernesto tomar la dirección al Poblado de San Agustín para visitar el museo del Valle de Juárez.

—Te encantará, es una de las muestras más frecuentadas de la metrópoli —animó el galán a la española—. Recibe más de tres mil visitantes al mes, además de contar con restos fósiles de mamut. ¡Verás qué tamaño impresionante tienen!

El chófer los dejó justo en la acera de la entrada a la verja del edificio. Al llegar el viento hacía tintinear la esquila instalada en la espadaña de la fachada. El mejicano se quedó por unos instantes absorto, escuchando el suave murmullo de la fuente encerrada en el patio del acceso principal. Aún desde el exterior de las rejas, intentando seguirle la corriente a su prometido, la agasajada admiraba la arquitectura en ocre y blanco de las paredes, haciendo especial hincapié sobre el contraste con el rojo profundo que rodeaba los espacios vanos.

—Al acabar iremos a comer al Frida’s —informó el indiano regresando de su lapso por la inopia—. Es como comer en una galería de arte: cada uno de sus rincones está decorado con las mejores creaciones de Frida Khalo.

Tras una parsimoniosa caminata por las distintas galerías del museo, durante la que Beny no llegó a reponerse del escozor anal ni de la inflamación de la entrepierna, entre el entusiasmo de María y su forzado recogimiento, terminaron sentados en el elogiado restaurante bajo el colorido de uno de los más aplaudidos autorretratos de la artista chilanga.

—Es innegable que este óleo desborda vida y unas tonalidades fantásticas—opinó la invitada admirada al contemplar el lienzo—. ¡Aunque desde luego, la pobre cejijunta podía haberse depilado antes!

El comensal quedó asombrado observando a su prometida, perplejo por la clase de ignorante con la que tendría que contraer matrimonio.

―¿De verdad vas a juzgar la obra por el tamaño del entrecejo? ―inquirió el indiano aturdido―.

—Oh, vamos, Poncho, los rasgos no son tan feos —atajó la novia intentando restarle importancia estética a la modelo y enfatizando el valor artístico del óleo—. Fíjate en ese delicioso menú enmarcado en madera que sirven en la mesa de enfrente. Me has dicho que acá son especialistas en marisco ¿Lo probamos o pedimos comida mexicana?

 

Continuará...

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