Anécdotas literarias de Madrid

José de Echegaray y los escritores de su tiempo

Calle de Echegaray. Callejero de azulejos del ceramista Ruíz de Luna
photo_camera Calle de Echegaray. Callejero de azulejos del ceramista Ruíz de Luna

El primer escritor español en obtener el Premio Nobel de Literatura fue José de Echegaray  (1832 – 1916) en 1904 y en lugar de haber sido celebrado por el resto de los escritores de su tiempo como un éxito conjunto de la literatura española, se tomó por la tremenda y afloró de nuevo la España de las envidias. Pues muchos de los más conocidos autores protestaron y criticaron duramente la decisión tomada por la academia sueca. Ni Azorín, ni Rubén Darío, ni Unamuno, ni Baroja, ni Valle-Inclán, ni Clarín, ni Pardo Bazán, ni Blasco Ibáñez, ni Maeztu, ni Antonio Machado, ni Manuel Machado, ni muchísimos otros estuvieron de acuerdo con ese Premio Nobel porque consideraban que la escritura de Echegaray respondía a un pasado rancio, que había sido superado por un nuevo y renovado modo de escribir. El propio Azorín - uno de los más agresivos - ya había definido la literatura de Echegaray diciendo que era hueca, enfática y carente de valor. Otros autores, incluso, lo insultaron de modo burdo. Valle-Inclán llegó a decir durante una conferencia que todos los dramas sobre maridos burlados, escritos por Echegaray, eran autobiográficos y un joven, por lo visto, se levantó e increpó al conferenciante ¿Quién es usted? Preguntó el conferenciante. Soy hijo de José de Echegaray y Valle-Inclán le respondió ¿Está usted seguro?    

En enero del año 1900 el periódico El Liberal convocó un premio de cuentos al que concurrió Valle-Inclán y ganó Echegaray. José de Echegaray procuró hacer caso omiso a tanta desavenencia y a tanto desacuerdo y llegó a declarar, soliviantando más a los afectados, que lo suyo en realidad no era la literatura, que él se sentía más que nada matemático. Dejó escrito en sus memorias (1917) que las matemáticas habían sido y seguían siendo una de las grandes preocupaciones y dedicaciones de su vida. Echegaray era ingeniero de caminos, primero de su promoción. Fue Ministro de Fomento; Ministro de Hacienda; profesor de matemáticas, de cálculo y de física; Presidente de la Real Academia de Ciencias Exactas; Director de la Real Academia Española de la Lengua o Presidente del Ateneo, entre otros muchos más cargos que ostentó. Fue defensor a ultranza de la libertad religiosa y de que en Cuba y en Puerto Rico desapareciese, de una vez por todas, la esclavitud.

Hay una calle en Madrid que en tiempos se llamó calle del lobo y a la que el Ayuntamiento le dio el nombre de José de Echegaray en 1888. Es una calle que discurre entre la calle Huertas y la Carrera de San Jerónimo. También ha sido conocida en los ambientes literarios como calle del Viejo Idiota, porque en el número 16 de esa calle vivía el poeta Nilo Fabra al que Valle-Inclán enviaba cartas con esa dirección: “Calle del Viejo Idiota” y las cartas llegaban, con lo que Valle-Inclán llegó a comentar en las tertulias que no había carteros más inteligentes y eficaces que los carteros de Madrid. 

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