Con todo respeto

Una lección coral: lo que aprendí en el IV Foro de pensamiento y cultura

El mundo es pequeño y enorme.

El 22 de junio participé como invitada en el  IV Foro Internacional de Pensamiento y Cultura, que se celebraba en la ciudad de Purchena (Almería). 

Antes de llegar apenas sabía nada de las ediciones anteriores ni del municipio que iba a acogerme. Previamente este  Foro de Pensamiento y Cultura se ha realizado en la ciudad de Baza en la primera y la tercera edición y en la ciudad de Bayra (Vera) en la segunda. Los principales organizadores del foro son Rafael García, presidente, y Pedro Henríquez, vicepresidente, entre otros miembros de la  junta directiva. 

Cuando llegué a Purchena, lugar que no había visitado con anterioridad, me recibió Manuel, el bibliotecario, el mejor bibliotecario de Purchena, como él mismo se define, un hombre que parece haber querido ser muy alto para llegar antes al cielo. Con él trabaja Alejandra, una joven llena proyectos y altamente cualificada que llevaba pegado como una sombra a un voluntario turco, Sergen, que venía de un proyecto del Cuerpo Europeo de Solidaridad, proyecto con el que, curiosamente y para reforzar la idea de que el mundo es muy pequeño, yo tengo vinculación laboral, desde luego totalmente desconocida por todas las partes antes de mi llegada al Foro al que asistí invitada como poeta y fotógrafa.          

Supe de camino a Purchena (del árabe Hisn Burxana), localidad de menos de dos mil habitantes, que fue nombrada ciudad desde muy antiguo, que tuvo una importante fortaleza, que se entregó en 1489 junto a Baza, Guadix y Almería a los Reyes Católicos mediante capitulación pactada y que durante la guerra de las Alpujarras (1569), se convirtió en capital de los moriscos rebelados. En la literatura aparece mencionada en El manuscrito carmesí, de Antonio Gala y en León el africano, de Amin Malouf. Es famosa la ciudad por sus juegos moriscos, organizados inicialmente por Abén Humeya, que han renacido en la actualidad para movilizar y enorgullecer a todos los habitantes de la localidad, después de haber sido declarados de interés turístico de Andalucía. 

El escudo de Purchena tiene la peculiaridad de representar el águila bicéfala imperial sin alas, porque en el enfado de Felipe II contra la sublevación de las tropas moriscas hizo cortar la alas al águila.   

Los artistas íbamos llegando unas horas antes del comienzo del foro porque debíamos colgar nuestros cuadros y fotografías antes del inicio de la jornada y nuestro voluntario turco se multiplicaba para ayudarnos a todos en nuestras respectivas necesidades. 

Cuando estuvo todo preparado el alcalde inauguró el evento y empezaron a desfilar una serie de ponentes a los que admiré inmediatamente por su preparación, por su pasión o por su brillantez. Es imposible en el corto espacio de este artículo mencionar a todos los participantes, ponentes, escritores, poetas músicos y artistas plásticos, por lo que solo me referiré a los que por una u otra razón me impresionaron especialmente, pero insisto en que  el nivel general del foro me dejó impresionada y todos y cada uno de los intervinientes merecieron ser escuchados o admirados.

El ejercicio fue coral, el mérito de los organizadores del Foro y del bibliotecario, un impecable y entregado anfitrión, y de los participantes de altura.   

Hubo ponentes o poetas de Francia, Italia, Líbano, Venezuela y España. Y dentro de España, de Lleida, Madrid (creo que fui la única), Murcia, Valencia y sobre todo, como no podría ser de otro modo, de distintos puntos de Almería. 

Recuerdo con especial cariño a dos seres de luz, tiernos, que se miraban y acariciaban con levedad, como desapercibidamente, mientras todo el mundo sabía que se quieren, que son dos gnomos de un no bosque que han recreado en Baza, Rafa y Bea, la venezolana de permanente sonrisa. Recuerdo a un matrimonio, enormemente orgulloso de sus dos hijos, y preocupado por el empeño de su hija en viajar por África como cooperante. Quizá me equivoqué al dar mi opinión, que no consejo, de dejar que los hijos cumplan sus sueños, mientras preparamos colchones por si sufren caídas. Después descubrí que el marido, como Jeff Bridges en El gran Lebowski, o como los Men in black, siempre iba con gafas de sol y escribía poesía como Cortázar escribía Rayuela. Recuerdo a una libanesa apasionada que nos pidió un minuto de silencio por las víctimas de la guerra de Gaza. Recuerdo a Antonia Agudo y su visión de la democracia que se parece mucho a la mía, como la menos mala de los sistemas políticos. Recuerdo a una ex concejala que amaba la cultura. Recuerdo a Miguel, un notable pintor con varias capas mentales que sirven de base a las sucesivas capas pictóricas de aparente oscuridad que, sin embargo, representan ideas muy claras. Recuerdo a dos profesores, los dos Diegos, que dieron una admirable ponencia y presentaron un libro sobre enseñar poesía en el instituto: Poemas para andar por clase. Algo realmente extraordinario. Recuerdo a una violinista incipiente y a una pianista sin teclas, que a falta de una octava nos derramó siete inolvidables bendiciones. Recuerdo al ubicuo bibliotecario hablando con su hijo adolescente mientras supe que con ese padre el niño no podría ser otra cosa que buena gente. Recuerdo a un fotógrafo filósofo, a un poeta llamado Perfecto, a su mujer que me enseñó las canciones de Zas. Recuerdo a mi querido Pedro Henríquez, la única persona a la que yo conocía antes de llegar a Purchena, ese gran poeta de hablar quedo y profunda mirada que todo lo penetra. Cuando estoy con él tengo la sensación de que lo conozco desde siempre, como si fuera un hermano. 

La experiencia ha sido impagable, tengo muchos recuerdos y todos buenos, incluso el de la empatía de la dueña de la casa rural que habité dos días en soledad, pero sobre todo lo que recuerdo es lo mucho que aprendí desde lo coral, desde el trabajo de un equipo forjado en pequeñas localidades que aman el pensamiento y la cultura y trabajan por ello denodadamente y con escasa financiación, con cierto olvido desde lo público. Siento agradecimiento hacia ellos y pienso que deberían estar más reconocidos y recibir mayor financiación desde las administraciones. Son admirables escritores, poetas y artistas ejemplares que alimentan y llevan bocanadas de aire fresco al mundo rural. Son gente de bien, gente de paz.