A Volapié

El socialismo argentino y la locura monetaria

Alfonso de Valdivia
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Uno de los muchos males que ha llevado el socialismo a la Argentina es la hiperinflaión. A finales de 2023 cuando aún mandaba Alberto Fernández, heredero político del corrupto Kirchnerismo, el IPC se acercaba al 300% anual. 

El amargo fruto de este desastre es que, aunque el paro solo alcanza el 6/7%, hay más de un 40% de pobres. La culpa de esto la tiene la hiperinflación provocada por las pésimas políticas fiscales y monetarias del socialismo argentino, irónicamente llamado “Justicialismo”. 

La inflación tiene diversas causas, aunque una de las más frecuentes es la monetaria. Cuando la oferta monetaria crece muy por encima de la demanda, el valor del dinero se diluye aceleradamente.

En principio es el Banco Central (BC) el que se encarga de controlar la cantidad de dinero en circulación, siendo una de sus principales obligaciones combatir la inflación. Para esto hay que conocer el oficio y ser independiente respecto del gobierno, pues los políticos tienen la tendencia a presionar para que la autoridad monetaria arregle o mitigue los problemas que ellos han creado o agravado.

En el caso de Argentina, el BC se había convertido en el principal instrumento del gobierno para financiar su déficit público mediante la emisión de ingentes cantidades de Pesos. Así el gobierno disponía de todo el dinero que quería para gastar discrecionalmente. El crecimiento desmesurado de la masa monetaria ha destruido el valor del Peso, abriendo así la puerta a la hiperinflación y al brutal empobrecimiento de los argentinos. 

¿Y por qué no emitían deuda pública en vez de más Pesos?. Porque sus pésimas políticas han hecho que el estado argentino sea insolvente, imposibilitando el acceso a los mercados de capitales. 

No se puede poner el carro delante de los bueyes. Para que el estado pueda gastar, previamente la economía tiene que generar suficiente riqueza, de manera que haya un equilibrio razonable entre el gasto público y los ingresos fiscales. La generación de riqueza y el equilibrio presupuestario son la base de la solvencia estatal. Solo en este caso estará el estado en condiciones de acudir a los mercados de capitales para colocar deuda con la que financiar desequilibrios presupuestarios, déficits que conviene sean moderados y coyunturales, nunca permanentes. 

Conscientes de la enorme inflación que esta terrible política monetaria estaba causando al país, decidieron tratar de esterilizar parcialmente el exceso de dinero en circulación mediante el pago de elevadísimos intereses a aquellos bancos que depositaran sus excedentes de liquidez en el BC. El problema es que los intereses oscilaban entre el 40 y el 100% anual. La consecuencia de esto es que el BC se veía obligado, y aún lo está, a emitir más Pesos para hacer frente al pago de estos intereses, volviendo de esta manera a aumentar el dinero en circulación.

Argentina estaba por lo tanto en un círculo vicioso fiscal y monetario inevitablemente abocado a la hiperinflación. Hasta que llegó Milei. En apenas unos meses ha conseguido reducir la inflación al 5% mensual, la más baja desde enero de 2022. Aún queda mucho por hacer, pero la tendencia se ha revertido y ahora está a la baja, lo cual es una gran noticia.

En gran medida esto ha sido posible gracias al recorte del gasto público. Actualmente el estado argentino ya no tiene déficit, sino al contrario, un modesto superávit. La emisión de nuevos pesos para financiar el gasto público ha cesado, afortunadamente. Por lo tanto, la masa monetaria ya no aumenta exponencialmente, pero si, aunque en menor medida, por el pago de intereses a los bancos acreedores por depósitos en el BC. 

Ahora Milei pretende acabar definitivamente con la emisión de nuevos pesos por parte del BC mediante el traspaso de dichos pasivos remunerados al tesoro argentino. Estos pasivos, depósitos en el BC, son realmente deuda pública. Ahora será el tesoro el que hará frente al pago de los intereses con el superávit fiscal. 

Por eso es tan importante el recorte del gasto público, es imperativo para generar recursos propios de manera que el estado pueda pagar los intereses mencionados anteriormente sin recurrir a la emisión de nuevos Pesos. Esto es necesario para domar la hiperinflación, objetivo innegociable si queremos reducir el empobrecimiento acelerado del pueblo argentino.  

Cuando la inflación esté bajo control y el estado presente un superávit primario suficiente para hacer frente holgadamente al pago de los intereses, entonces volverá la confianza del mercado y de los ciudadanos hacia la economía y el estado argentinos. Argentina podrá entonces financiarse emitiendo deuda, cosa que con el Kirchnerismo era imposible. 

El control de la inflación y el saneamiento del estado son fundamentales, son dos de los tres pilares en los que se debe asentar la recuperación de Argentina. El tercero debe ser el desarrollo económico y la creación de empleo privado mediante la inversión nacional e internacional. Es necesario generar mucha más riqueza mediante la liberación del potencial de la economía, desregulando y liberalizando. Para que esto suceda es fundamental la aprobación de la Ley de Bases. 

La locura monetaria del socialismo argentino ha provocado una hiperinflación del 300%, que a su vez es una de las causas principales del tremendo empobrecimiento del país. En la vida, la realidad siempre se impone, no existen atajos ni milagros. No se puede vivir permanentemente de la deuda, y mucho menos de imprimir moneda como si fueran billetes del Monopoly. Ha llegado la hora de madurar, aunque por desgracia, no hay borrachera sin resaca.