¿Racismo?, ¿es racismo defender la paz, el respeto a nuestras tradiciones, religión y costumbres? ¿El bienestar de los mayores? ¿De los niños? ¿De las buenas personas? ¿Eso es racismo?
Pues va a ser que no, eso es aspirar a que nadie, sea cual sea su color de piel o su procedencia (que son factores nada interesantes porque no se observan en su contra), intente finiquitar el bienestar de una población.
¿Para qué vienen a este país? ¿para tener contento a Marruecos: Ea, ea que viene el coco y por allí tienen info que daña “un poco” ¿Para labrarse un mañana, o para cercenar las nuestras?
¿Para qué se les aloja en grandes cantidades, a veces, de 180 o más, en pueblos de tan solo 1,000 habitantes, por ejemplo?
¿Qué futuro se van a labrar ahí?
¿Quién frena, siendo en ocasiones menores de edad, sus comportamientos asilvestrados y peligrosos en muchísimos casos? ¿Por qué si delinquen no se menciona su nacionalidad? ¿Por qué cuando se les detiene por una puerta, salen por la otra a los cinco minutos? Indiscutiblemente nos toman por lelos o ejerciendo ellos de lelos, por ¿racistas?
¡Qué manera tendenciosa de aplicar un sinónimo peyorativo a quienes no lo merecen! ¡Que costumbre de no responder a nada y de seguir como si nada estuviera pasando, cuando precisamente les pagamos sus cuantiosos sueldos para que den respuestas, pero no lo hacen e invaden España con lo peor de cada casa!
¿Por qué no se los llevan a las suyas, a su proximidad urbana o geográfica al menos?
¿Será presuntamente que Sánchez en su obsesión por mantenerse a toda costa en el poder impulsa estas políticas de destrucción para empadronarles a mansalva y contar así con un aluvión de votos?
Este tipo de maniobras podrían muy bien denominarse “técnica Garrapata”, es decir la que toma como modelo la utilizada para subsistir por esos bichos repugnantes que no saltan ni vuelan, pero se adhieren, se alimentan de sangre y transmiten enfermedades. ¿No están claras las similitudes?
Quizás entre los 869 asesores del presidente haya alguno versado en ciencias naturales, o a lo mejor todo parecido es casual, porque muy versados eran también los asesores del gobierno en la pandemia (esos que nunca existieron), así que flota en el aire una sombra de duda razonable, porque sencillamente no aceptamos ni pulpo como animal de compañía, ni gato por liebre, ni lo de ¡no es mentira sino cambio de opinión”, ni lo del escudo social, ni lo del pacto verde, ni lo de “que viene la ultra derecha”, o sea el lobo de Caperucita, que el género “Cuento” está de moda.
Pero ¿Qué es la ultraderecha?
Realmente no saben definirla porque no dan para tanto, y aplican el término tan arbitrariamente como el de “racismo”. Todo lo más la ¿definen? como un fenómeno difuso, un espectro político inventado para “escupirlo” a quienes no piensan como ellos. Muy científico el tema.
Y hablando de cientifismo, ahora la Complutense consuma su separación de Begoña Gómez y se declara perjudicada por ella.
Hay que ver cómo son las cosas, un día entras en Jerusalén con vítores y aplausos y poco después te crucifican.
Un día invaden tu país y poco después te dicen quienes han promovido esa invasión que es por tu bien, que esas menas son “menisimos”, perdón, buenísimos, que son nuestro futuro, y no “moros”, otra palabra “abolida” por quienes utilizan profusamente las de homofobia, ultraderecha, racismo y fango.
Muuucho, muchísimo fango, vocablo tan repetido que ya solo suena, con lo que eso implica, a puro Fandango.
