¡CHIHUAHUA!

¡CHIHUAHUA!

Comentaba el 28 de Mayo Adolfo Alonso Ares en las páginas de este diario, en su artículo de opinión, bajo el título de El Callejón del gato, la antigua costumbre de algunos autores de publicar en prensa novelas por entregas, a la sazón, la primera versión de Luces de Bohemia de Ramón María del Valle-Inclán entre el 31 de Julio y el 23 de Octubre de 1920.

Pues resulta que al que suscribe, que a veces tiene el día despierto, le pareció una idea tan buena como a la divinidad crear los pájaros y las florecillas, por lo que, ni corto ni perezoso, al director de este periódico le propuse publicar una novela por entregas, por lo que aquí estoy para introducir al respetable en esta aventura literaria que para mí resulto tan satisfactorio escribir, como deseo le resulte grato al público leer.

Más a modo de introducción que de prefacio, conviene poner las cosas en su contexto para comprender las idas y venidas del protagonista y su entorno. Vaya pues por delante que en un momento histórico en el que España estaba de todo menos boyante, mucho parroquiano hizo el hatillo para lanzarse a la odisea de la emigración, un exilio a veces político y otras económico, para hacer las Américas, a donde en tiempo pretérito ya habían marchado algún antepasado tras el desastre del 98, con la promesa de hacer fortuna.

Unos lo consiguieron. Prueba de ello son los múltiples palacetes de indianos que jalonan Cantabria, Asturias y la provincia de Lugo. Otros, los más desventurados, intentaron en vano repatriarse mientras los terceros dejaron blanquear sus huesos, en tanto sus cenizas alimentaron tierra extraña, sin que ninguna nueva se volviera a tener de ellos. Otros más decidieron echar raíces en el Nuevo Mundo enriqueciendo aún más el mestizaje criollo.

En la Galicia más profunda de todo se dio. Desde los que emigraron en su momento a Venezuela, Brasil, Cuba o México, pero sobre todo estos últimos son los que mejor identifican al grupo humano con la pronunciada estratificación social. Gentes que, tras enriquecerse en destino, mantuvieron ciertos atavismos y un vínculo permanente con la patria chica, que se revalida en las generaciones posteriores.

La razón del título, ¡CHIHUAHUA!, obedece a la polisemia del término, dado que por chihuahua podemos entender una expresión característica del español hablado en México, que podría interpretarse como un sonoro “caramba”. Chihuahua es también el nombre del Estado Libre y Soberano que, junto con la Ciudad de México y a los otros 31 Estados, conforman la República de México. Este Estado, tiene por capital Ciudad Juárez, un lugar limítrofe con Estados Unidos, tristemente célebre por las continuas violaciones de derechos humanos, feminicidios, asesinato de periodistas, y territorio en disputa de distintas narcomafias.

Finalmente, chihuahua es también el nombre que recibe la raza de perro pequeño y ralo, de carácter agresivo aunque inofensivo, de dientes pequeños pero salientes de su mandíbula, que no tienen pudor en ladrar de lejos rabiosamente a un mastín pero que, en cuanto se le acerca , corre a esconderse.

Esta trinidad, junto con las Santísima y la del nabo, nabiza y grelo, tres posibilidades distintas y un sólo vegetal verdadero, conforman la realidad de Poncho, el protagonista, quien a caballo de España y México pone de manifiesto la miseria y decadencia asociada a las familias adineradas, la corrupción y la delincuencia, el asesinato y la estupidez, todo ello a través de un personaje de lo más impresentable que el lector estará encantado de odiar, y a partir de aquí, comenzará la primera entrega.

Más en Novela por entregas